Esa muchedumbre dichosa ignoraba (…) que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de la gente, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa" –escribía Albert Camus al cerrar su famosa novela “La Peste”. Lo que Camus no imaginaba en 1947, es que las pestes futuras no saldrían ya del fondo de cloacas pestilentes, ni de abyectos parásitos desparramados por sucios roedores. Emergerían de inmaculados laboratorios. Surgirían de industrias organizadas donde humanos producen alimento animal a gran escala para cientos de millones de consumidores. Las futuras pestes ya no serían “obra de la naturaleza”. Serían fruto de la manipulación profunda de la naturaleza. De la alteración de todas las reglas de juego conocidas en el mundo natural. Desde que en la naturaleza no se injertan genes artificialmente bajo un microscopio, ni se amontonan bajo un mismo techo decenas de miles de organismos vivientes –sean cerdos, gallinas, vacas o salmones–, con destino al mercado. Ni se alimentan o inyectan seres vivientes con sustancias químicas, como en estas gigantescas factorías o “criaderos”: forraje y nutrimentos, pero también hormonas de crecimiento, vacunas, antibióticos y anti-virales.
Pero antes de seguir veamos algunas (contundentes) cifras –siempre de fuentes confiables. Según la prestigiosa "Science": "cerca del 70% de los antibióticos en los EEUU se usan en la cría de animales. Se prevé que el consumo de antimicrobianos para animales aumentará de 131.000 toneladas que se usaba en 2013 a un estimado de 200.000 toneladas en 2030. El aumento principal será en China". Actualmente China tiene 500 millones de cerdos (sí, 500.000.000 de cerdos). Una cifra descomunal.
¿NADIE HABLA DE ESTO?
"Los antibióticos se usan más en animales de granja que en personas” –citaba “Scientific American”, otra de las publicaciones científicas más respetadas del mundo, en diciembre de 2016. Y agregaba: “Esta puede ser la mayor fuente de bacterias resistentes a los antibióticos. Los nuevos descubrimientos muestran que los genes de resistencia a los medicamentos se propagan más y más rápidamente en las granjas de lo que los científicos pensaban. La industria agrícola dice que los temores son exagerados, mientras que los investigadores señalan que las empresas están poniendo en peligro la salud pública”.
En los criaderos de animales también se usan anti-virales –desde la moroxidina, en adelante. Se aplican además vacunas contra virus y bacterias. Después de pasar por los cuerpos de cerdos, gallinas, vacas y peces de criaderos, los residuos de todos estos productos químicos y biológicos salen con la orina y las deyecciones animales hacia el medio ambiente, donde vivimos tod@s. Tratadas, o no, decenas de miles de toneladas de estos fármacos van a las fuentes de agua, de donde finalmente se surten las plantas de potabilización del agua corriente de pueblos y ciudades. ¿Nadie habla de esto? No importa, igualmente está sucediendo.
También van a los cuerpos de agua donde se producirán interacciones “no deseadas” con microorganismos naturales. Como decía un famoso ecólogo: “_El agua y el aire tienen la mala costumbre de moverse”. Por eso se encontró DDT en la grasa de pingüinos en la Antártida. Y por eso estos productos químicos y biológicos de desecho de las grandes factorías de animales están viajando por los lagos, ríos y mares del planeta. Finalmente están entrando en nuestros cuerpos, y en los de otros animales (silvestres o no), donde producen intercambios y alteraciones de genes y cromosomas. Concretamente, están generando nuevas cepas de bacterias y virus. ¿Nadie habla de esto? No importa, igualmente está sucediendo. La Gripe Aviar (virus H5N1) en 2004 y la Gripe Porcina (virus H1N1) en 2009, fueron muy claras advertencias, no escuchadas. Los resultados están a la vista. Los aprendices de brujos no se detienen. (*)
Según “Medical News Today”, boletín de la Universidad de Cambridge, "la situación es realmente grave: según datos recientes, más de 2,8 millones de personas sólo en los EEUU experimentan una infección por bacterias resistentes a los antibióticos cada año. Además, estas "superbacterias" y "supervirus" causan 35.000 muertes por año en el país". En España las muertes por infecciones con microorganismos resistentes a medicamentos humanos o veterinarios (principal fuente los criaderos), superan ya las 32.000 anuales. Esto así en todo el mundo, siendo peor en los países pobres. Cuando se sume todo el impacto en vidas y en costos económicos las cifras serán enormes.
La OMS advirtió en 2019 que las superbacterias y los supervirus constituyen una amenaza sin precedentes. Según la OMS: en el futuro cercano "en el mundo habrá más muertes relacionadas con superbacterias resistentes que por cáncer. La resistencia a antibióticos será la principal causa de muerte en el planeta". El coronavirus “sorprendió” a tantos que se negaban a escuchar. La crisis de la resistencia genética por el abuso de fármacos en animales y humanos podría llevar la "expectativa de vida" humana –de cuyo aumento hoy se jactan quienes creen en el “progreso” de nuestro sistema de civilización– a caer bruscamente hacia niveles propios de la Edad Media. Los nuevos virus pandémicos como otro “efecto colateral” de los criaderos, también harán lo suyo. La advertencia está dada y es muy clara. Que nadie después se sorprenda.
Jorge Capatto
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