La mayor belleza es la gran fuente de la vida.
Y tú eres la mayor belleza.
Pero no lo admites.
No lo crees.
Rechazas esta idea porque te enseñaron que tienes que ser humilde.
Y a temer al fuego eterno del infierno donde gimen las almas atormentadas.
Una gota de agua debe ser humilde.
Pero debe saber que lleva el poder arrollador del torrente y la majestuosidad de la cascada en su pequeña forma.
La próxima vez que te veas en el espejo mira más allá de la forma y regocíjate con la belleza de tu alma.
Y contempla la belleza infinita como en una hermosa flor que no tiene igual y nunca lo tendrá.
Y con esta práctica contemplativa, poco a poco el ego se fundirá en el infinito y el miedo se disolverá como una gota de tinta en el gran océano.
-Martín Macedo-
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