La grandeza espiritual es definida más por lo que hacemos con todo lo que hemos aprendido que solo por lo que sabemos. El comportamiento es lo que nos hace espirituales, no las creencias.
En la porción de Tsav, Moshé les enseña a los hijos de Aharón cómo realizar sacrificios en el Tabernáculo. La porción está llena de muchas complejidades y detalles sobre cómo llevar a cabo sacrificios: qué quemar en el altar, qué no quemar; qué comer, qué no comer. Las palabras nos cuentan historias, pero cada letra es un código que revela entendimiento sobre la unión del mundo físico y el mundo espiritual. Me gustaría concentrarme en un solo aspecto que nos mostrará el camino para los siguiente siete días.
Una de las directrices que Moshé les da a los hijos de Aharón es tomar las cenizas de los sacrificios hechos en el altar y llevarlas a un lugar fuera del Tabernáculo. ¡Esta parece una solicitud extraña! Se consideraba que Nadav y Avihú tenían una conciencia extremadamente elevada. De toda la gente de la congregación, ¿por qué se les pediría a ellos que sacaran la basura? Parece el trabajo de un humilde servidor, no el de un sumo sacerdote. Ciertamente los hijos de Aharón tendrían cosas más intelectuales y espirituales por hacer.
Sin embargo, se trata precisamente de lo contrario. Mientras más nivel espiritual tengamos, más se nos pide trabajar: usar una pala, ensuciarnos, ser servidores de nuestra comunidad y de la humanidad.
Esto me recuerda mucho a una lección que mi esposo Rav Berg aprendió de su propio maestro, Rav Brandwein. El Rav había viajado una larga distancia para estar con su maestro, para estudiar con él por primera vez. Tenía muchas ansias de aprender Kabbalah. No obstante, cuando llegó, su maestro, Rav Brandwein, insistió en que ambos empacaran cajas de libros de Kabbalah. Naturalmente, el Rav estaba confundido. ¿Empacar cajas? ¿Acaso no podía pagarle a alguien para hacerlo? ¡Él había ido a estudiar una sabiduría importante con un gran maestro espiritual!
Esta fue la primera lección que recibió de Rav Brandwein: un maestro no solo enseña. Un maestro hace.
Una persona compasiva no es considerada como tal porque hable de compasión, sino porque es compasiva. Una persona amable no enseña sobre amabilidad, más bien la expresa en cada nivel. Un ser espiritual no da sermones sobre espiritualidad, sino que la encarna.
Hay una energía muy especial en el universo durante esta semana. Quizá ya has comenzado a sentirla. Nos está motivando a avanzar, nos ayuda a todos a pasar de un estado de pensar, hablar e incluso actuar de manera espiritual a un estado de ser espiritual.
Deseo que siempre aprovechemos y busquemos estas oportunidades que se nos presentan esta semana. Que veamos todos los desafíos que aparecen como una oportunidad para elevarnos espiritualmente. Encontremos esos momentos en los que podamos pasar de ser un estudiante espiritual a ser un maestro espiritual.
Debido a que tal y como aprendemos de la porción de Tsav, mientras más grande sea el nivel de elevación espiritual de alguien, mayor es su capacidad y responsabilidad de enseñar con el ejemplo.
Karen Berg
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