Hace un par de meses, cuando empezó todo este asunto de la histeria colectiva del contagio del virus dije en una de las transmisiones en vivo de los sábados, que el verdadero propósito (el poder de los propósitos) de la omese es vender vacunas.
Cuando debería ser velar por la salud de la humanidad.
Pero nada más lejos.
Hace unos minutos escuché una entrevista maravillosa a Teresa Forcades que es monja benedictina y que confirmó esta información.
Desde sus inicios se hacía con donaciones voluntarias de los países miembros, pero a partir de 1947 las aportaciones comenzaron a reducirse y los que asumieron este financiamiento pasaron a ser Coca Cola, Nestlé y la Fundación Bill Gates que es un gran promotor de las vacunas.
Resulta que la mencionada organización sanitaria recomienda encarecidamente la cuarentena y el distanciamiento social.
Entonces no hay espectáculos, no hay vuelos, no hay educación ni actividades comerciales fluidas.
Todo ello lleva a una desaceleración de la economía mundial y muchos países se ven forzados a endeudarse con los organismos mundiales crediticios.
Pero éstos acceden a dar sus préstamos con la condición de que los gobiernos vacunen a la gente y adopten ciertas leyes que regulan la natalidad.
Ese el propósito de las pandemias.
Tenemos tanto poder.
Ellos lo usan para vender sus potajes químicos.
Nosotros podemos usarlo para crear una paraíso ecológico.
Comencemos con nosotros mismos, creando una gran colectividad de personas super saludables como los hunzas.
Podemos hacerlo porque tenemos el poder infinito a nuestro alcance.
Y convenceremos sin necesidad de argumentar.
Nuestra belleza, nuestra felicidad, nuestra sabiduría seducirá a los líderes del mundo.
Y los seres humanos de máxima calidad se impondrán sobre las fuerzas de la involución.
El juicio supremo controlará al juicio sensorio que sólo busca el placer y las emociones efímeras.
Pero es necesario comenzar ahora mismo.
Aunque estemos encerrados.
-Martín Macedo-
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