El poder creador no juzga las cosas como buenas o malas.
Se limita a crear, eso es lo suyo.
El poder creador es como la tierra fértil.
Le da vida y poder a cualquier semilla que allí caiga.
La semilla al principio no da ninguna forma, está oculta.
Pero cuando es su tiempo, emerge y se hace visible.
Así son nuestros pensamientos.
Lo que entretenemos en la mente con persistencia y emoción termina por fecundar el subconsciente que a su debido tiempo le da forma visible.
Todos tenemos acceso al mismo poder, a la misma matriz fértil.
Esa matriz es imparcial, no juzga ni condena.
Simplemente le da forma a las semillas que allí sembramos.
Pero no todos saben sembrar.
Algunos cambian las semillas luego de algunos días o algunas horas porque no tienen la suficiente estabilidad psíquica.
Su capacidad mental es débil, porque su cuerpo se ha contaminado.
Si el corazón se debilita, el riñón no podrá filtrar bien ni el hígado podrá limpiar los tóxicos del cuerpo.
El cerebro recibirá una sangre de baja calidad y no será capaz de tener una actividad mental poderosa y estable.
Un cerebro así creará un carrusel emocional fuera de control.
Y enviará semillas de visiones cargadas de miedo, de un porvenir sombrío y lleno de dolor.
Si lo hace por suficiente tiempo finalmente el poder creador (su capacidad de imaginar), traerá su correspondiente cosecha.
Pero si tenemos una gran salud, la calidad sanguínea que llegará al cerebro será poderosa y las visiones, las expectativas y los sueños de grandeza impregnarán la matriz de la creación.
Y a su debido tiempo llegará una cosecha tan magnífica como la calidad de las semillas que fueron puestas allí con infinito amor y voluntad.
Las personas miedosas crean su propio infierno.
Las personas poderosas saben sembrar y el poder simplemente responde.
Los buenos libros están llenos de buenas semillas.
-Martín Macedo-
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