Somos gigantes dormidos.
Basta ya de sestear queridos hermanos.
Construyamos un mundo magnífico.
Poder nos sobra.
Y nos falta definir qué mundo queremos.
Todos los seres humanos no somos más que gotas de inteligencia infinita.
Hay gotas más grandes y otras más pequeñas; unas suben 10 metros y otras apenas unos pocos milímetros.
Y organizamos concursos de gotas a ver cuál es más bonita.
Y le damos un premio a la reina de las gotas.
Pero a los pocos segundos esa gota envejeció y vuelve a la fuente para volver a explotar y volver al sueño, a la ilusión de ser una gota importante.
Esta ilusión es el ego.
A ningún ego le gusta ser menos que otros egos.
Incluso combaten a muerte para no quedar en una situación deshonrosa.
Los más poderosos del mundo son simples gotas de ego.
Pero también son parte de la inteligencia infinita.
Juegan a dominar el mundo, a crear un gran rebaño que ellos conducen a sus anchas.
Pero se olvidan de que nosotros también somos sus hermanos y que si nos lastiman se lastiman a si mismos.
No son sabios y sin embargo han aprendido a usar su poder.
El poder no se adquiere, es un regalo de la vida infinita.
Pero muchos están tan dormidos que sueñan que son mendigos, indigentes y andan por la vida dando lástima.
Si los poderosos del mundo, son tan torpes, capaces de semejante tontería, podemos vencerlos.
Porque son como las células cancerosas.
Creen que avanzan triunfales cuando en realidad avanzan a su propia destrucción.
Porque el mundo en el que viven es el mundo que les permite llevar a cabo sus juegos de poder.
Porque el mundo es uno.
Y el amor une a todas sus partes.
Martín Macedo-
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