Nada hay para esperar si tus días con tu pareja no están colmados de magia y alegría: o se separan, o cada uno pone lo mejor de sí para reconstruir la relación.
Numerosas son las personas que permanecen durante largos años infelices, sosteniendo tan sólo por hábito o por una creencia una relación que ya cumplió con su propósito.
Cuando el romance se acaba se requiere recuperar. Este es un plan que se elabora entre ambos, en el que cada uno se concentra en erradicar toda conducta que reste que impida el encuentro de dos almas desde el amor puro.
Si ambos se comprometen a cambiar, inevitablemente se verán cambios profundos y significativos. Pero si uno se compromete y el otro no, o bien ninguno de los dos, será la señal de que la relación ha llegado a su fin y la evolución individual es el camino a seguir.
Las excusas del ego para continuar con una convivencia monótona y gris son siempre las mismas. “No tengo dinero para mantenerme solo/a”, “No quiero que sufran mis hijos”, “Lo quiero (pero no estoy enamorado/a)”, “Es un buen hombre/una buena mujer”, “Es la única vida que conozco”. Y mientras desde el corazón, el Ser reclama su único himno a gritos “¡¡Quiero ser feliz, y quiero serlo Ahora!!”.
La zona de comodidad se sostiene por la resignación, la pasividad y la falta de amor propio. Acostumbrarse a una vida rutinaria, en donde no hay expresiones continuas de amor, magia, juego, disfrute y diversión, es comenzar una lenta agonía, en donde cada día te sientes más muerto, no más vivo.
Si quieres ser feliz tienes que abandonar el pasado. Si fueron buenos tiempos, agradécele a tu pareja por todo y comienza a soltar. El duelo debe comenzar antes de separarte, por dentro. Internamente sabes que mereces algo mejor y preparas con tu poderosa mente y tus sabias acciones una nueva vida; una realidad más digna para ti.
Si lo sientes, puedes darle una última oportunidad a la relación. Un tiempo prudente para que las cosas cambien es tres meses. Si en tres meses no se reconstruye o incluso aumenta la felicidad y el entusiasmo de los primeros tiempos, a pesar de la iniciativa y la predisposición consciente de ambos para cambiar las conductas del ego que perjudican a la relación, la Vida te está indicando que la separación es inminente.
No hay tiempo que perder. Vivir sin apego es el camino más rápido hacia la felicidad.
Lic. Fernán Makaroff
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