sábado, 27 de abril de 2019

Vivir sin pasión es vivir desde la pobreza del ego.


No es suficiente con hacer las cosas.
Hay que hacerlas con pasión.
No es suficiente con trabajar.
Hay que trabajar con pasión.
No es suficiente con ejercer nuestra profesión.
Hay que ejercer con pasión.
No es suficiente con cocinar.
Con hacer ejercicio.
Con leer.
Con ayudar a la gente.
Hay que hacerlo con pasión.
La pasión introduce lo divino en cada acto.
Y cuando lo divino entra en cada acto nos volvemos grandes.
Beethoven tocaba cada nota con pasión.
Y por eso fue grande.
Muchos maestros dan clases.
Trabajan duro y se sacrifican.
Pero no tienen pasión y por eso no logran llegar al corazón de sus alumnos.
Vivir sin pasión es vivir desde la pobreza del ego.
El ego se cansa, se agota, se queda sin fuerzas.
El ego no da más.....no puede más.
El ego carece de pasión, porque el ego es la ausencia de lo divino.
Y cuando alguien brilla con poder infinito..la gente dice..."qué divino"....!!!
En este mundo de dualidad los hombres se dividen en dos tipos.
Los que viven con pasión y los débiles.
La acción sin pasión es una acción chapucera.
La cocina sin pasión es una cocina chapucera.
Por esa razón no todos los que enseñan cocina llegan al alma de sus estudiantes.
Ni todos los que practican la macrobiótica alcanzan la cura.
Un amigo que me ha consultado recientemente está mucho mejor con la nueva nutrición.
Pero me he enterado que empezó con quimioterapia.
No me ha dicho nada para que no lo regañe.
No tiene fe.
Su práctica carece de pasión.
No mastica con pasión, no estudia, no comprende.
Se ha dejado dominar por el miedo.
Y su oncólogo que es más apasionado que él lo ha convencido.
Y así ha iniciado la destrucción de su cuerpo.

-Martín Macedo-

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