Dejar de juzgar implica comprender que lo juzgado: el mundo, las circunstancias, las personas; son creaciones nuestras, como proyecciones de nuestro estado de consciencia; que están en “nuestra realidad”, no para hacernos felices o infelices, sino para hacernos conscientes; es decir para que podamos identificar a través de ellas, los programas de nuestra mente, que necesitamos trascender para lograr reconocer la luz que hemos sido siempre.
Aceptar lo que es, llega como resultado de un estado de consciencia, que asume que nosotros como ego no tenemos poder o voluntad para elegir las circunstancias que tenemos que vivir; ni tampoco poseemos desde nuestra mente pensante, la capacidad de discernimiento para establecer que lo que nos sucede es bueno o es malo; y que éstas situaciones, son siempre perfectas, pues han sido determinadas por una inteligencia infinita, de la cual hacemos parte, y en la que hemos depositado toda nuestra confianza y todo nuestro amor.
Liberarse de la mente es dejar de identificarnos con nuestros pensamientos incesantes, para que al entrar en ese vacío de espacio y de tiempo que es el Ahora, logremos reconocernos como Consciencia.
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