sábado, 2 de junio de 2018

Tengo el poder de decidir

Tengo el poder de decidir.
Ésta, es una lección muy importante dentro del Curso. No nos tiene que dejar indiferente a ninguno.
El Curso dice que podemos elegir entre, ir al Cielo o no ir a ninguna parte. Obviamente de momento estamos eligiendo no ir a ninguna parte.
También nos dice algo, que, visto desde el ego nos sobrecoge; “Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desea. Y nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges. He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. He aquí toda la realidad que tiene para ti. Más es sólo ahí donde se encuentra la salvación”. Claramente no hemos entendido nada, pues aquí siempre hay un culpable para cada cosa que nos dice aquí. Y aquí nos hace responsables a nosotros mismo de TODO LO QUE ACONTECE EN NUESTRA VIDAS.
Si todo es mente, todo es mental. Por lo tanto no es lo que ocurre, es como decidimos ver lo que nos ocurre, lo que va a hacer que suframos, o que sintamos perdida y ambas cosas son imposibles desde el punto de vista del E.S.
Curiosamente nos dice que justo ahí es donde se encuentra nuestra salvación. Pusimos nuestro poder fuera de nosotros y hoy tomamos conciencia de que lo podemos recuperar.
Si el tiempo y el espacio no existen, siempre es ahora. Por lo tanto ahora puede decidir de nuevo. El llamado pasado, sólo está en mi mente y soy yo y únicamente yo quien lo mantiene vivo. Ahora puedo elegir de nuevo.
Nos confundimos con el personaje de nuestro sueño y creímos que su culpa era nuestra e hicimos real su sueño de separación.
Pero hoy el Curso nos recuerda que aún somos tal y como Dios nos creó. “La verdad no puede tener opuestos”. “Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo inmutable; y los estados transitorios son, por definición, falsos. Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. Esta condición de abarcamiento total es lo que distingue a la verdad de la mentira, y lo que mantiene a lo falso separado de la verdad, y como lo que es”. El Hijo de Dios sólo puede parecer que cambia, enferma, envejece o incluso muere, en un sueño. Pues Dios, la Verdad, no tiene opuestos. Por lo tanto somos nosotros y sólo nosotros lo que nos estamos afligiendo todo lo que parece pasar en nuestra vida.
“Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme, yo mismo lo he pedido y se me concede como lo pedí”. El Curso no da lugar a dudas. Creernos separados, nos genera este mundo de caos y desesperación.
No hay nada ajeno a nosotros mismos. Aquí empieza la toma de conciencia. Esta, es esa otra manera de ver, que tanto nos muestra el Curso. Nuestros pensamientos y nuestras creencias, condicionan nuestra vida. Dejemos de creer que somos el personaje y dejemos de confundirnos con él. Aceptamos la verdad de ser el hijo de Dios y empecemos a vivir de acuerdo a esta verdad.
Manuel Bedmar

No hay comentarios:

Publicar un comentario