lunes, 18 de junio de 2018

El ego


Lo sencillo no supone un reto para el ego del ser humano; lo difícil sí es un reto, y lo imposible un reto de verdad. Se puede saber hasta qué punto deseas un ego grande por el reto que hayas aceptado, por tu ambición: es mensurable; pero lo sencillo carece de atractivo para el ego, supone la muerte del ego.
Y el hombre ha elegido las complejidades incluso donde no hay necesidad de complejidad, por la sencilla razón de que con ella puede seguir desarrollando y fortaleciendo su ego. Se hace cada día más importante en la política, la religión, la sociedad, en todo.
Toda la psicología está orientada a fortalecer el ego. Incluso esos idiotas de psicólogos se empeñan en que la persona necesita un ego fuerte, y por eso la educación es un programa para fomentar la ambición mediante castigos y premios, para llevarte por un determinado camino. Tus padres esperan demasiado de ti desde el principio. Pueden pensar que les ha nacido un Alejandro Magno, o que su hija no es ni más ni menos que la reencarnación de Cleopatra. Los padres te condicionan desde el principio para que, a menos que demuestres tu valía, seas un inútil. Al hombre sencillo se le considera un simplón.
El hombre sencillo no ha sido hasta ahora el objetivo de la sociedad humana. Y el hombre sencillo no puede ser el objetivo, porque nacemos sencillos. Todo niño es sencillo, como una pizarra en blanco. Después, los padres empiezan a escribir en esa pizarra lo que debe ser el niño con el tiempo. Después los profesores, los sacerdotes, los dirigentes... Todos se empeñan en que seas alguien, porque si no, habrás malgastado tu vida.
Y resulta que es justo lo contrario.
Eres un ser. No necesitas convertirte en otro. En eso consiste la sencillez: seguir a gusto con nuestro propio ser y no iniciar el interminable camino de convertirse en otro.
En ningún sitio llegarás a pensar: «Ha acabado el viaje. He llegado a la cima que deseaba». Nadie ha sido capaz de hacer eso en el transcurso de la historia de la humanidad, por la sencilla razón de que el hombre se mueve en un círculo, de modo que siempre hay alguien por delante de ti en un sentido u otro.
Puedes llegar a presidente de Estados Unidos, pero ante Mohamed Alí te sentirás inferior. No posees esa fuerza animal. Si Mohamed Alí le da un buen puñetazo en la nariz a Ronald Reagan, lo tumba. Puedes llegar a primer ministro de un país, pero ante Albert Einstein parecerás un pigmeo, no un primer ministro, sino un pigmeo.
La vida es multidimensional. Resulta imposible extenderse en todas direcciones y ser el primero en todo. Es absolutamente imposible; la existencia no funciona así.
El ego es la enfermedad del ser humano.
Por ciertos intereses, hay gente que desea que sigas enfermo. No quieren que seas sano y completo, porque ser sano y completo representa un peligro para esos intereses creados. Por eso nadie quiere ser sencillo, nadie quiere ser un don nadie. Y mi propuesta consiste en que debes sentirte a gusto contigo mismo, que debes aceptar tu ser.
Convertirse en otro es la enfermedad, y ser, la salud. Pero ser sencillo, completo, sano, gozoso, es algo que no has probado. Esta sociedad no te ha dejado en paz un solo momento, y únicamente conoces un camino, el camino del ego.
Te han dicho que tienes que ser un Jesucristo. Existen sociedades que intentan que todos sean dioses. ¡Qué mundo tan demente! Tenéis que escapar de esa programación. Si queréis disfrutar, relajaros, sentir paz y experimentar la belleza de la existencia, tiene que desaparecer ese falso ego.
No quiero quitaros nada más. Solo deseo quitaros el ego, que al fin y al cabo es una fantasía. Y también quiero daros vuestro ser. Naturalmente, no tengo que dároslo, puesto que ya lo tenéis. Solo hay que espabilaros para que despertéis a la enorme belleza de la inocencia.
No se arriesga nada, y vais en pos de unas sombras que nunca alcanzaréis, mientras olvidáis todos los tesoros que habéis traído al mundo con vosotros. Antes de satisfacer el ego, la muerte habrá acabado con vosotros. La vida es demasiado corta y no debe desperdiciarse en juegos tan estúpidos como el del ego.
Y solo es cuestión de comprensión.
OSHO, hermano, maestro y amigo
El libro del Ego

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