martes, 5 de junio de 2018

La habilidad de enfocar la mente y estabilizarla


La habilidad de enfocar la mente y estabilizarla como quien asegura las chapas de un tejado es una de las tareas más urgentes que un ser humano debe abordar.

Si las chapas no se fijan firmemente se volarán frente a la primera ventisca.
Entonces no habrá paz en ese hogar, porque el techo se volará constantemente.
En la Antártida tienen ese problema.... el viento es tan potente que no da el tiempo a los obreros a fijar las chapas de los tejados porque cuando ponen un remache el viento arranca dos.
Entonces optaron por hacer estructuras rígidas de aluminio como si fueran cajas y transportan las cajas con sus ventanas y puertas y la gente habita en ellas.
Quien no consigue estabilizar su atención y calmar su mente no consigue paz y vive en una permanente incertidumbre desde que nace hasta el momento de morir.
Por mucha voluntad que ponga en la tarea de estabilizar sus ideas y pensamientos, los poderosos vientos del miedo y las emociones negativas se ocuparán de deshacer lo que le cuesta un esfuerzo penoso e improductivo.
Para estabilizar la mente, se requiere una fuente estable de glucosa porque el cerebro, donde asienta el pensar es un ávido devorador de glucosa.
Pero el hombre moderno se nutre con hidratos de carbono refinados que producen un pico intenso de glicemia y luego una brusca bajada.
Entonces se siente desanimado y lánguido y vuelve a hacer otro viaje, sea con chocolates, con pan blanco o con frutas tropicales.
Y se acostumbra y finalmente se vuelve adicto a los "dulces".
Y me preguntan con un rostro ansioso ..." ¿y con qué puedo endulzar el desayuno?"...
Hay modernas teorías nutricionales que desaconsejan enérgicamente el uso de cereales porque tienen hidratos de carbono y éstos causan la mayor parte de los trastornos degenerativos actuales.
Pero no entienden que su verdad es parcial; es la mala calidad de hidratos de carbono la que crea las enfermedades.
La buena calidad, la calidad suprema de hidratos de carbono crea la sabiduría y la salud infinitas.
Porque el animal pensante requiere una excelente fuente de glucosa, estable y limpia para nutrir las elevadas necesidades del cerebro que piensa.
Y por ello las culturas tradicionales han hecho del cereal en grano la base de su dieta durante miles de años.
En forma de arroz o sarraceno, mijo o cebada.
Aunque en los últimos tres siglos se han volcado al arroz refinado durante milenios usaron el arroz moreno sin pulir.
Tanto en India, China, Japón, Corea y otras naciones de extremo oriente.
En Occidente el pan integral recién molido sea de trigo, centeno o cebada ha sido la base de la nutrición durante miles de años.
Con una nutrición centrada en granos integrales o harinas de granos recién molidos la tarea de aquietar la mente y calmar las emociones se facilita enormemente.
Entonces los humanos podemos mediante el entrenamiento de la atención (meditación, visualización, mantras) aprender a enfocar el poder creador y cuándo esto ocurre comienzan a manifestarse todos nuestros deseos.
Sólo el 3% de las personas consigue vivir la vida que desean, con todos sus encantadores detalles.
Porque la mayoría es víctima de una educación masificada que busca padronizar y crear rebaños obedientes.
Esto se da tanto en la educación universitaria como en la educación religiosa.
Porque los que están al frente de estos sistemas educativos también se alimentan con granos refinados y fragmentados.
Entonces no logran una visión integral, porque sólo pueden hacer la integración los que se nutren con integralidad.
Cuando estabilicemos la dieta en granos completos y aprendamos a enfocar la atención con suficiente pasión e intensidad seremos como los grandes seres que han dejado una huella en la historia del mundo.
Porque podremos usar el potencial infinito de la mente, estabilizado y fijado firmemente en los objetivos que tenemos en el lóbulo "frontal".
Y lo infinito entrará en cada acto, en cada palabra y en cada pensamiento.....para encarnar la fuerza infinita y el entusiasmo infinito.
¿Se puede aspirar a una felicidad mayor?

-Martín Macedo-

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