Cuando entramos al mar y el agua está fría. Si nos quedamos y pasamos esos instantes dramáticos. Finalmente todo será una fiesta. Es una ley absoluta.
Las facilidades vienen luego de las dificultades. Sin dificultades no hay facilidades. Pero la gente quiere facilidades sin pasar antes por las dificultades. Huye de las dificultades. Y se encuentra con aquello que tanto intenta evitar. En cantidades crecientes.
Como el que siempre pide facilidades para pagar su cuentas. Cada vez tiene más deudas y más angustia económica. Si el comienzo es difícil, el final será fácil. Si el comienzo es fácil, el final será difícil. Las personas con constitución física muy yang.
Al principio tienen todo muy fácil. Como tienen esa fuerza otorgada por sus antepasados. Triunfan en los estudios, en los deportes, en los trabajos. Poseen una salud envidiable, aunque no se cuiden en absoluto. Pero esa facilidad no es eterna.
Al llegar a la cuarta o quinta década, las condiciones cambian y ya no tienen tanta fuerza. Sus hábitos tóxicos terminan con su maravillosa fuerza. Y como nunca tuvieron que disciplinarse. Les resulta sumamente duro, limitarse con la comida o la bebida. O cualquier forma de disciplina. Su genética privilegiada les permitió tener éxito sin disciplina.
Entonces la facilidad inicial se convierte en dificultad final. Pero los que tuvimos una complexión física más frágil en la temprana juventud. Nos vimos obligados a disciplinarnos desde el comienzo para poco a poco ganar fuerza. La dificultad inicial se convirtió en facilidad final. Todos los procesos son así.
Por ello el estudiante del orden del universo. No huye de las dificultades. Las acepta. Las absorbe. Las asimila. Y las convierte en facilidades. Porque sabe que siempre que comienza difícil termina fácil. Y así su fuerza crece y crece.
Hasta que se convierte en un gigante. En un maestro de la energía. En el más grande de los sabios.
-Martín Macedo-
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