Si dos personas están enamoradas y no tienen relaciones sexuales, habrá mucho amor romántico entre ellas. Sin embargo, cuando el sexo entre, el amor se irá. El sexo es tan abrupto. En sí, es tan violento. Necesita una introducción, necesita un juego previo. El amor, tal como lo conocemos, es sólo el ropaje para la realidad desnuda del sexo. Si observas las profundidades de lo que tú llamas amor, encontrarás al sexo allí parado, listo para saltar. Se encuentra siempre a la vuelta de la esquina. El amor habla: el sexo se prepara.
Este seudo-amor se relaciona con el sexo, pero sólo como un preámbulo. Si el sexo aparece, el amor desaparece. Es por eso que el matrimonio mata al amor romántico en forma total Las dos personas llegan a conectarse y el juego previo, el amor, llega a ser innecesario.
El verdadero amor no es un preámbulo. Es una fragancia. No lo encuentras antes del sexo, sino después. No es un prólogo: es un epílogo. Si has experimentado el sexo; sientes compasión por el otro, surgirá el amor. Y si meditas, te sentirás compasivo. Si meditas durante el acto sexual, tu compañero no será solamente un instrumento para tu placer físico. Te sentirás agradecido, porque ambos han llegado a una profunda meditación.
Cuando meditas en el sexo, surge una nueva amistad entre ambos, porque a través del otro, cada uno ha tenido una comunión con la naturaleza, ha vislumbrado Profundidades desconocidas de la realidad. Sentirán agradecimiento y compa sión por el otro: compasión por el sufrimiento, compasión por la búsqueda, compasión por un igual, por un compañero de viaje, compasión por un amigo que busca a tientas.
Si el sexo llega a ser meditativo, sólo entonces llega a percibirse la fragancia que subsiste detrás de él: un sentimiento que no es un preámbulo del sexo, sino una maduración, un progreso, una realización meditativa. Así, si el acto sexual llega a ser meditativo, sentirás amor. El amor es una combinación de gratitud, amistad y compasión. Si estos tres elementos se reúnen, estarás enamorado.
Si este amor se desarrolla, trascenderá al sexo. EL amor se desarrolla a través del sexo, pero va más allá, lo trasciende. Tal como una flor: crece través de las raíces; pero va más allá. Y no volverá atrás; no hay vuelta atrás. Así es que si el amor se desarrolla, el sexo desaparece. De hecho, esa es una de las formas de comprobar que el amor se ha desarrollado. El sexo es como la cáscara de un huevo, cáscara a través de la cual emerge el amor. Cuando el amor emerge, la cáscara desaparece. Fue rota, desechada.
Psicología de lo exotérico, Osho.
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