domingo, 10 de diciembre de 2017

La enfermedad, cualquiera que sea no proviene del exterior.


La hipertensión no es causada por la sal. 
Ni por el exceso de colesterol adherido a la pared de las arterias.
Porque la enfermedad, cualquiera que sea no proviene del exterior.
Lo que proviene de afuera son los materiales necesarios para que la enfermedad se sostenga.
Pero es el propio individuo el que decide cantidad y calidad de los materiales para su nutrición.
Materiales de construcción.
Para construir salud absoluta.
Para construir enfermedades crónicas.
Lo que sostiene la hipertensión, no es la sal, ni el estrés, ni los genes familiares.
Es la arrogancia infinita de creer que algo externo a mi me puede enfermar.
Que soy una desdichada víctima que padece injustamente.
Es el miedo proveniente de creer que vivo en un universo hostil que intenta perjudicarme.
Insectos que nos atacan.
Personas que tratan de aprovecharse de nuestra bondad.
Virus, bacterias, contaminantes externos.
Los amigos nos apoyan a alcanzar nuestros sueños.
Los enemigos nos hacen fuertes como el acero quirúrgico.
Todo forma parte de un plan maestro.
Ideado por la inteligencia infinita.
Para que el ser humano se convierta en un ser iluminado, divino e íntimo con los dioses.
Para que el ser humano alcance la fuerza infinita.
Que empleará para hacer que la vida del mundo aumente en vez de disminuir.
Es el nivel de juicio (comprensión) lo que aumenta o disminuye la salud.
No es la sal sagrada ni la grasa de algunos alimentos.
Solo la arrogancia que no ve ni quiere ver la verdad.
Porque la arrogancia es una visión distorsionada, donde lucho contra la vida y contra el mundo.
Hasta quedar extenuado por el esfuerzo inútil de luchar contra mi mismo.

.Martín Macedo-

No hay comentarios:

Publicar un comentario