martes, 19 de diciembre de 2017

Hay dos tipos de pacientes


Dos naturalezas cohabitan en el hombre corriente.
Naturaleza "ego".
Naturaleza "infinita".
Hay dos voluntades.
La voluntad del ego.
La voluntad de hierro, de un poder colosal.
Hay dos formas de mirar al mundo.
Con los ojos del ego.
Con los ojos de Dios.
Hay dos formas de hacer medicina.
Las terapias basadas en el miedo.
Las terapias que ven el soberbio Orden Universal.
La medicina del ego ataca los síntomas porque les teme.
La medicina del amor infinito aumenta la fuerza de cada átomo del cuerpo para que éste se sincronice con la voluntad infinita.
Entonces se produce la conexión con lo absoluto, también conocido como la fe que mueve montañas.
Hay dos tipos de pacientes.
Los que buscan una cura motivados por el miedo.
Los que buscan la salud infinita con una voluntad sin límites.
A éstos no les importa comer sólo cereales durante diez días.
O tener que desayunar con crema de avena sin endulzar.
No les desanima tener que recorrer 500 kms para ir a buscar un poco de buen misso o buena sal.
No les desanima tener que masticar cada bocado con excelencia ni tomar clases de cocina.
Les entusiasma tener que adoptar nuevos hábitos porque comprenden que son la puerta abierta a la felicidad más grande en la vida.
El entusiasmo es el resultado de enfocarse en la naturaleza superior.
El miedo y la apatía son el resultado de ver al mundo con la naturaleza inferior.
Hay adentro y afuera.
Hay superior e inferior.
No puede ser de otra forma.
Las águilas avanzan resueltas hacia la cima de las montañas.
Las avestruces hacen un hollo para esconder sus cabezas aterradas.
Todas las opciones son válidas.
Porque el gran árbol que acaricia la nubes.
Una vez fue una pequeña semilla sepultada en la tierra húmeda y oscura.

-Martín Macedo-

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