Cuando conocemos la Gran Ley de la transformaciones.
El principio yin-yang…
Podemos vencer fácilmente a cualquier bacteria o virus, actual o del futuro.
En el futuro los microorganismos sufrirán mutaciones y vendrán cepas nuevas y agresivas equipadas para vencer a los sistemas defensivos de sus huéspedes.
No podemos escapar de las bacterias.
Porque somos un ecosistema en movimiento.
Hay cientos de millones de ellas, en el agua, en el aire que respiramos, en los alimentos, en los intestinos, en el aparato reproductor.
Caminan a sus anchas por nuestra piel y hacen camping en nuestros cabellos.
Y se aglomeran en los orificios anatómicos esperando la oportunidad de entrar al interior como un turista que espera su turno para entrar a un edificio histórico acompañados por sus compañeros de excursión y por un guía que les explica las maravillas que hay “adentro”.
Aún hirviendo el agua a 1000º, pasando soluciones con hipoclorito cada 3 minutos, cepillando los dientes luego de cada comida, las bacterias y virus seguirán allí amenazando nuestra existencia.
La medicina les teme y crea antibióticos de “amplio espectro” feroces y letales.
Vacunaciones obligatorias y masivas en un intento de proteger a la población.
Cuando se desconoce el principio Yin Yang se vive en una permanente incertidumbre.
Una lucha eterna contra los gérmenes.
Pero cuando estudiamos a fondo la Ley macrobiótica comprendemos que los microbios son extremadamente yang y sólo buscan ambientes yin que permitan su existencia y nutrición. Si nuestros fluidos son muy yin prosperarán aunque visitemos a los mejores especialistas del mundo y tomemos interferón y cefalosporinas de tercera generación.
Será un gasto enorme que terminará por arruinar nuestros riñones e hígado además de destrozar al sistema inmunológico gradualmente.
Pero si tenemos un ambiente yang en los fluidos simplemente los microbios disminuirán su actividad como si estuvieran ayunando.
Ellos requieren yin extremo, y si no lo hallan en nuestro sistema orgánico buscarán mejores oportunidades en otros que tienen abundancia de lo que ellos necesitan.
El mar nunca apesta, porque las pestes son microbios que se multiplican sin control.
El mar es yang gracias a la sal natural.
Y yang repele yang.
No importa cuántas mutaciones acontezcan.
La Ley es eterna y absoluta.
Y quienes la conocen viven felices y sin temor en una perfecta coexistencia con todos los seres del universo.
. Martín Macedo-
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