La salud absoluta no es para distraídos.
Porque la salud absoluta es la vida infinita.
Y la vida infinita solo ocurre en el ahora.
Muchos macrobióticos buscan la salud absoluta en los alimentos.
Cuidan mucho la calidad de su alimento.
La preparación culinaria.
Mastican cuidadosamente.
Practican con una gran persistencia.
Leen decenas de libros.
Se apasionan con los detalles prácticos como cuánto aceite emplear o cuál es el mejor momento para sazonar la cebolla.
Durante años.
Persiguiendo la ilusión de una salud extraordinaria.
La salud absoluta nunca se experimenta en un estado de ausencia.
Por muy buena que sea la alimentación.
La salud absoluta nunca se experimenta si se convive con antiguos miedos.
Ni la disfrutan personas que se preocupan mucho.
O sienten nostalgia por los tiempos pasados.
La salud absoluta es una fuerza infinita.
Es una explosión de energía.
Como la energía que sale en mil direcciones desde todos los soles.
La gloriosa sensación de la salud infinita se experimenta únicamente cuando nos sumergimos con todo nuestro ser en el momento presente.
Cuando luchamos con los problemas cotidianos con una voluntad infinita.
Es esa lucha lo que nos hace grandes y fuertes.
Porque nos lleva a la imperiosa necesidad de conectarnos con las fuerzas misteriosas del universo.
Con la voluntad infinita de resolverlos.
Con el deseo ardiente de conquistar nuestros objetivos.
Como cuando una madre levanta un pesado automóvil que ha volcado.
Para liberar a su pequeño hijo atrapado entre los hierros.
Antes que el fuego destruya al coche y a su hijo.
Una frágil mujer se conecta con el poder infinito.
Con la fuerza infinita.
Y libera a su hijo.
Ha experimentado la gran conexión.
Y se ha convertido por unos momentos en una diosa.
En Juana de Arco.
Pero luego vuelve al modo “ego” y pierde su gran poder.
Porque para poder experimentar la salud absoluta.
Es necesario liberar hasta el mínimo miedo.
Para fundirse en la fuerza infinita.
En La paz infinita.
En el amor infinito.
En la felicidad infinita.
Para alcanzar este estado además de tener una dieta de excelente calidad hay que entrenar el arte de la atención sostenida.
Para que la visión del infinito se plasme en el cuerpo finito.
Y lo vuelva el cuerpo más bello del mundo.
Por eso los grandes maestros de la macrobiótica.
Utilizan las dificultades abundantes de la vida cotidiana.
Como el gran trampolín hacia la gran salud.
Porque las facilidades y las dificultades se retroalimentan eternamente.
De tal forma que cuando logramos la salud absoluta.
Todo parece infinitamente fácil.
Y cuando la perdemos.
Todo parece infinitamente difícil.
-Martín Macedo-
-Martín Macedo-
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