Hay infinitas verdades.
E infinitas mentiras.
En el espacio infinito y en el tiempo infinito.
Algunas personas descubren una o dos verdades.
Y creen que no necesitan aprender más.
Con su nuevo descubrimiento ya tienen todo lo que necesitan.
Y se aferran a su verdad y se vuelven fanáticos.
Lo más triste es cuando intentan imponer su verdad a otros.
Como pasa en el ámbito de las religiones.
En la ciencia.
En la política.
En la economía.
Y se organizan debates a ver quién tiene la razón.
Y discuten en los parlamentos días enteros.
Una gran verdad es una perla.
Porque hay muchas mentiras disfrazadas de verdades.
Mucha gente cree en este tipo de engaños disfrazados de verdades.
Y vive según ellas y las defiende.
Pero un día descubre una gran verdad.
Y se siente como alguien que ha ganado la lotería.
Y quiere convencer al mundo para que no repitan su mismo error.
Una gran verdad es un faro con una potente luz.
Así es la verdad macrobiótica.
El alimento es la base de la curación de cualquier enfermedad.
Es una verdad enorme y poderosa.
Ha salvado a miles de personas en Oriente y Occidente.
He vivido según esta verdad durante casi 40 años.
He dedicado mi vida a promover esta verdad.
Porque le ha dado un significado a mi vida.
Y se ha convertido en mi misión.
Pero muchos no están preparados para este descubrimiento.
Lo rechazan.
Lo desprecian.
Lo combaten.
Y así debe ser.
Porque en este mundo dual.
Si alguien intenta promover una idea.
Automáticamente surge alguien tratando de impedir su avance.
Y cuanto más explosivo sea su éxito.
Más furiosos serán los vientos contrarios.
Por ello los maestros y profesores de macrobiótica.
Necesitamos una mente infinita.
Porque si pensamos y vivimos con el infinito.
Nada podrá detenernos.
Y nuestra victoria será infinita.
Martin Macedo
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