martes, 17 de octubre de 2017

En el mundo de los sueños hay belleza infinita

Todos buscamos la belleza.
Todos amamos la belleza.
Todos nos regocijamos en la contemplación de lo que es bello.
Un bello paisaje.
Una hermosa casa.

Una hermosa mujer.
Un niño hermoso.
Un hermoso automóvil.
Estamos dispuestos a pagar más por la belleza.
Incluso a veces estamos dispuestos a competir para conseguir lo bello.
La belleza visible es poderosa.
Y todos la desean.
Y hacen lo imposible para tenerla en sus cuerpos y en sus rostros.
En el mundo de la dualidad, está lo bello y lo que no lo es.
En el mundo de las formas lo que es bello es celosamente custodiado.
Porque no hay suficiente para todos.
Pero en el mundo de los sueños hay belleza infinita y abundan las formas y las expresiones bellas.
En el mundo de los sueños no se requiere competir.
Es el mundo no manifestado, donde todo puede ocurrir.
El sabio busca la belleza en ese mundo, de grandes dimensiones.
Pero el hombre corriente se afana para conseguir lo bello en el mundo de las formas y debe luchar y pagar un alto precio por lo bello.
Pero todo lo que es bello en el mundo denso.
Antes lo fue en el mundo de las ideas.
Porque todo lo que existe sólo existe porque una vez fue una idea.
Si las ideas crean las formas.
Formemos en nuestra mente la imagen de las cosas más bellas del universo.
Y hagamos el ejercicio de la contemplación diaria, constante, de las bellezas que traeremos al mundo formal.
Y estas bellezas ya existentes.
Se manifestarán tarde o temprano en el mundo de los hombres.
Porque es el destino de todas las ideas.
Cuando son alimentadas con la fe, la pasión y la voluntad de hierro.
Que palpita en los corazones de todos los hijos e hijas de Dios.
No importa que no creas en Dios.
Tu corazón seguirá latiendo y amando.
Y se apasionará con la belleza acabada, cada vez que la veas.
Pero si crees en el poder interior.
Podrás traer la belleza de tus ideas al mundo de los hombres.
Y experimentarás la inmensa dicha de crear para tu propio bien.
Y el de todos tus hermanos.
Y finalmente te convertirás tú mismo.
En la mayor belleza del mundo. 




-Martín Macedo-

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