miércoles, 18 de octubre de 2017

No hay razas superiores o inferiores.

No hay razas superiores o inferiores.
Hay razas más fuertes.
Y otras menos fuertes.
Lo que hace que unos grupos humanos se eleven y desplieguen una gran actividad.

Depende fundamentalmente de la calidad de la nutrición y de la calidad de sus objetivos.
Durante siglos los occidentales dominaron el mundo.
Fueron los más fuertes pero ahora es diferente.
Los orientales dominan el mundo de las finanzas, la economía y las industrias.
Asía ha despertado y su fuerza es por el momento avasallante.
Cuando los romanos eran pobres e insignificantes, se nutrían de los productos de sus propias huertas y cultivos.
Trabajaban duramente porque no tenían los lujos ni los privilegios
de los pueblos que dominaban en aquellos momentos.
Pero poco a poco comenzaron a soñar con grandes conquistas, con grandes hazañas.
Y a creer que con ayuda de sus dioses alcanzarían un destino de glorias y grandeza.
Y poco a poco crearon un gran imperio.
Pero al llegar a su máximo de grandeza.
Comenzaron las fiestas y los excesos.
Comidas lujosas, bebidas alcohólicas en abundancia y todos los placeres de los sentidos saciados hasta el límite.
Así la raza elegida por los dioses para llevar a la humanidad a un nivel superior de orden y prosperidad.
Se convirtió en la raza más decadente y corrupta.
Y cayeron y no han vuelto a levantarse.
En las grandes ciudades del mundo la nutrición se parece a la de los romanos en los tiempos de opulencia.
Comidas deliciosas, bebidas de los sabores más irresistibles.
Helados, golosinas, fideos y pastas elaborados con las harinas más finas y livianas.
El pan ya no es pan.
Es una golosina inflada con levadura artificial.
Así declina una raza.
Así se arruina la obra suprema de la inteligencia infinita.
En las grandes urbes, pero ahora también en los pueblos pequeños y en las zonas rurales.
Entonces aparecen enfermedades auto inmunes.
Y algunas personas se enojan cuando les intento explicar que su fibromialgia es debida a una calidad anormal de la sangre.
Que el terrible dolor que deben soportar es un mecanismo que el mismo cuerpo pone operativo para que cambiemos nuestra forma de vivir.
Esa forma moderna de vivir que nos aleja de la divinidad que somos.
Es el último recurso para doblegar esa terquedad incorregible de disminuir la obra suprema del poder creador.
Entonces nuestra raza despertará.
Como despertaron China, India y Japón de su largo sueño.
Y occidente volverá a ser grande y magnífica como lo era antes de que la industria de los alimentos se corrompiera.
Porque el destino de todas las razas no es imponer su superioridad sobre las otras.
Sino el de llevar sus posibilidades al limite de su grandeza.
Para que todas juntas entren en una nueva era donde tu felicidad se requiere para la mía.
Y así todos apreciarán la más alta calidad de nutrición.
Como la herramienta fundamental para el ascenso de la calidad de toda la humanidad.



-Martin Macedo-

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