Silencio y paciencia son dos fases de la misma medalla, dos elementos que son cultivados y combinados adecuadamente pueden ayudarnos a vivir mejor y a hacer de nuestras acciones más eficaces.
Muchas personas - las más afortunadas - nacen ya con estas inclinaciones, pero otras deben en vez aprender a ponerlas en acción, a través de un trabajo sobre si mismo y el análisis de la experiencia de la vida. Veamos cuales son las características de estas dos costumbres beneficiosas.
Ser pacientes quiere decir poseer una gran virtud, una calidad rara y que todavía mas raramente si logra a aprender o a aplicar cuando sirve. En la vida ningún resultado es garantizado, a menudo las cosas van de manera opuesta a nuestros deseos, pero aquello no quiere decir que sabiendo esperar las mismas situaciones no puedan cambiar a nuestro favor.
La paciencia es la capacidad de no rendirse, la calma en el aceptar aquello que sucede, en modo de poder ser suficientemente lucidos para reaccionar y actuar las contramedidas apropiadas. Solo con el tiempo aprendemos a esperar, a aprovechar el momento adecuado para actuar.
Quien tiene demasiada prisa a menudo piensa de haber perdido el ultimo tren, cuando en vez estaba solamente en retraso. Puede sonar extraño pero se necesita tiempo para recuperar aquello perdido, basta solo tener el coraje de esperar el propio momento y no dejar de esperar.
Estar en silencio no quiere decir no dar voz a la propia opinión, sino simplemente entender cuando es el momento de callar. El silencio es la pausa que nos permite de escuchar a los demás, y que nos da luego el derecho de hablar cuando ha llegado nuestro turno. El silencio es una forma discreta de respeto, y es también un modo para expresar complicidad.
A menudo cuando nos encontramos con un extraño y hay demasiado silencio se lleva a decir cualquier cosa porque se sienten incómodos. Viceversa cuando hay familiares y espera, no sirve ni siquiera una palabra, basta estar presentes y disfrutarse el placer de estar juntos, unidos por una unión profunda e invisible.
El silencio es también un don porque nos da la oportunidad de darnos cuenta de todo aquello que nos rodea, de las cosas a las personas, de la naturaleza a nuestra interioridad.
Paciencia y silencio, las faces de una misma medalla, que nos ayudan a desarrollar nuestra personalidad y convertirnos en individuos mejores.
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