Tengo grandes amigos en España.
De esos amigos que están dispuestos a ayudarte a realizar todos tus sueños a pesar de la distancia de miles de kilómetros.
Pero el Orden del Universo, la gran ley de las transformaciones no permite que haya amigos sin enemigos.
También tengo enemigos allá.
Gente que trata de hundirme.
Una señora de Valencia me ha catalogado de "vende humos".
Esta señora me subestima.
Si yo me dedicara a vender ilusiones sería un gran tonto.
Porque podría engañar a 100 o 200 personas pero en poco tiempo quedaría en evidencia la treta.
Y mi éxito duraría unos pocos meses y el año que viene estaría arruinado para el resto de mi vida.
Me considero una parte de la inteligencia infinita.
Mi propósito es crear una estrategia de curación efectiva y aplicable en cualquier país.
Así miles de personas podrían aplicarla.
Y así mi éxito y mi felicidad serán cada vez mayores; cuanto más tiempo me dedico a mi labor más crecerá mi felicidad.
Un vende humos nunca podría lograr algo así.
Puede que un día esta señora que se enoja porque borro sus comentarios ofensivos (y me vuelve a escribir porque los he borrado) comprenda y se dé cuenta de su error.
Pero aún así el Orden del Universo pondría a otros enemigos.
Tengo grandes amigos.
Y por eso también grandes enemigos.
Así es el Orden.
Cuanto más grande es la salud (heredada o generada) más grande es la enfermedad que se viene gestando en forma silente, mientras parece que todo sonríe ("nunca me enfermo").
El gran Orden no permite amigos sin enemigos.
No permite prosperidad sin el desarrollo del carácter y de la inteligencia.
No permite el progreso sin la disciplina personal.
No permite la felicidad a los egoístas.
Porque el egoísta no comprende nada.
Su mente sólo ve lo que tiene frente a sus ojos.
Vive atormentado y angustiado.
No entiende que es grande, eterno, invencible.
No puede ver lo infinito, no puede ver su propia grandeza.
Y por eso sufre su propio infierno en esta vida.
Pero un día comprenderá.
Y curará su miedo.
Y se dedicará al servicio del bien colectivo.
Porque esa es la profesión más exitosa del mundo.
-Martín Macedo-
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