La nostalgia, del griego “regreso” y “dolor”, se puede describir como un deseo por volver a un acontecimiento pasado ya vivido.
La nostalgia anula el futuro, pensando que lo mejor está siempre en el pasado, le sigue doliendo el pasado, y añorando ese dolor. La melancolía , “le da sentido al mañana porque lo ponen en perspectiva con el ayer “ (Facundo Ponce de Leon) esa perspectiva es fundamental para no caer en el instantismo, en un presente continuo que nos hace creer que lo único que existe es el presente efímero. El presente y el disfrutar el momento , cobra sentido cuando se integra aun proyecto vital que incorpora el “ de donde venimos” porque sabemos a donde vamos
Les dejo el inicio de un capitulo de mi libro EDUCAR SIN CULPA:
Represión del futuro
La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser.
José Ortega y Gasset
Si Freud nos enseñó que podíamos enfermar si reprimíamos nuestro pasado, Frankl nos enseña que enfermamos si reprimimos nuestro futuro. ¿Cómo se puede reprimir lo que todavía no vino, lo que todavía no vivimos? Cuando vamos creciendo, vamos “colisionando” con el futuro, como dice Ortega. Siempre nos estamos enfrentando a lo posible, por eso somos “posibilidad”. El futuro es el tiempo que somos; “Lo que anhelamos ser”, dice el filósofo. De eso se trata, de crecer gracias a nuestros “anhelos”, sueños y ambiciones. Si reprimimos en nosotros mismos y en nuestros hijos estos anhelos, sueños y deseos, los dejaremos estancados en un presente congelado.
Cuando se reprime el futuro se vive en la nostalgia, nos quedamos prendidos al pasado. El futuro es el valor que nos llama, es el motivo del presente. Sin futuro, el presente nos ahoga y asfixia y buscamos refugio en el pasado. Cuando hay futuro, el presente se despliega y el pasado deja de ser una morada segura para ser un trampolín que nos proyecta. La vida es un proyecto, nos lanza hacia delante. La esperanza se despierta y el entusiasmo se aviva y nos anima cuando vencemos el miedo al futuro.
Alejandro De Barbieri
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