Cuando nuestros deseos no se cumplen hay una causa muy simple que lo impide.
Esta causa no es externa.
La causa siempre es interna.
Pero es difícil comprenderlo y por esa razón y para sentir cierto alivio buscamos un chivo expiatorio, algo o alguien a quien responsabilizar de nuestra falta de éxito.
Muchas personas desean ciertas cosas.
Pero sólo una minoría consigue su completa satisfacción.
Este principio tan simple puede convertirse en la llave para alcanzar todo lo que deseamos.
Ante todo hay que tener claro lo que queremos.
Y preguntarnos si al obtenerlo perjudicaremos a alguien.
Si nuestro deseo es claro y fuerte y beneficia a otras personas o al menos es inofensivo sólo falta un paso para su satisfacción.
El paso que hace falta implica ponernos en acción y superar algunas dificultades prácticas antes de poder tener lo que queremos.
Recientemente me han solicitado varios ejemplares de mi libro "El Regreso del hombre de sal" desde Europa.
El costo es bajísimo, se trata de un libro de 100 páginas y como se han hecho varias ediciones el precio no ha cambiado casi durante estos 10 años que se lleva editando.
Una amiga me pidió un ejemplar desde España.
Me manifestó que le daría una enorme alegría poder tener este ejemplar con los principios de la cura natural.
Entonces fui a la oficina postal y busqué la tarifa más conveniente para enviarlo.
El libro debe cruzar el Atlántico en un avión durante más de 12 horas y por esa razón el costo de envío iguala al precio del libro.
Entonces me escribe diciendo que ya no lo quiere, que ha cambiado de idea.
Ha tropezado en el paso final.
La falta de pasión, la poca fuerza del deseo.
Muchos inician la macrobiótica con la clara intención de alcanzar una salud infinita.
Es un propósito noble que traerá beneficios a nuestra vida y a las vidas de las personas cercanas.
Pero cuando llega la hora de ponerse en acción, las primeras dificultades prácticas hacen desistir a muchos que abandonan su sueño, su propósito, su deseo.
Esto se debe a que el deseo no es verdadero.
No era un deseo.
Era sólo una débil intención.
Una fantasía de la mente.
Porque cuando un deseo tiene la fuerza suficiente, no hay poder en el Universo que impida su cumplimiento.
Tarde o temprano se realizará.
Pero los deseos débiles nunca se alcanzan.
Porque carecen de la energía necesaria para manifestarse.
La energía mental y la energía física son una.
Y por eso las personas que tienen intensidad no se desaniman ante nada ni ante nadie.
Su deseo es uno con la vida infinita.
Y la vida infinita nunca se queda con las ganas.
Porque si así fuera no sería infinita.
-Martín Macedo-
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