La curación no se consigue por lo que uno hace.
Sino básicamente por lo que uno siente.
No se obtiene "haciendo" macrobiótica.
Sino sintiendo con cada fibra del alma.
Que hemos hallado la cura.
Con una inmensa gratitud.
Y feliz expectativa.
Cuando se sana la comprensión.
Se sanan los sentimientos.
Y la gratitud, la fe que mueve montañas y la pasión por la acción correcta dominan el escenario cotidiano.
Por eso es más importante leer los textos recomendados que apurarse en ir a hacer las compras de los productos.
La lectura de los textos macrobióticos permite sanar la comprensión.
Y así surge la fe que mueve montañas.
Porque como decía Ohsawa, fe es comprensión y comprensión es fe.
Hay suficientes evidencias científicas de que el campo cuántico reacciona a los sentimientos.
No podemos dejar de sentir.
Todo el tiempo lo hacemos.
Cuando "hacemos" macrobiótica seriamente sentimos que estamos haciendo lo correcto, que estamos "haciendo" méritos.
Entonces sentimos que la salud retornará.
Y por eso nos curamos.
Por nuestra convicción.
Que nos lleva a la acción correcta.
A "hacer" la dieta.
Desde la convicción, desde el sentimiento de merecimiento.
Así funciona.
Pero los que hacen la dieta.
Mecánicamente, como si se tratara de una medicina más.
Para hacer una prueba.
Mejoran bastante al principio porque dejan los hábitos tóxicos.
Pero encuentran grandes dificultades para avanzar.
Porque su interior aún está contaminado por viejas creencias.
Entonces luego de un tiempo.
Hallan creativas excusas para abandonar.
Y volver a los antiguos programas.
Que controlan sus vidas.
Por eso un verdadero consultor.
No se debe limitar a indicar alimentos.
Los que hacen esto.
Son los peores.
Y a pesar de su falta de excelencia.
Aun obtendrán curaciones.
Porque el orden del universo.
Es infinitamente poderoso.
Pero los grandes consultores deben buscar todo el tiempo.
La gran felicidad.
La luz infinita.
El amor que todo lo alcanza.
Porque ese el destino final de toda la medicina de oriente y occidente.
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