El alma es el ser, el "Yo" que habita en el cuerpo y actúa a través de él. Sin el alma es como una lámpara sin electricidad, una computadora sin el software, un traje espacial sin astronauta en su interior. Con la introducción del alma, el cuerpo adquiere vida, visión y oído, pensamiento y habla, inteligencia y emociones, voluntad y deseo, personalidad e identidad.
Todo Tiene un Alma
En verdad, no sólo el ser humano, sino también toda entidad creada posee un “alma”. Los animales tienen alma, como las plantas y aun los objetos inanimados; cada brizna de pasto tiene un alma, y cada grano de arena. No sólo la vida, sino también la existencia requiere un alma para sustentarlas —una “chispa de Divinidad” que perpetuamente imbuye su objeto de ser y significado.
Un alma no es sólo el motor de la vida; también encarna el porqué de la existencia de las cosas, su significado y propósito. Es la "identidad interior, la razón de ser de las cosas. Así como el “alma” de una composición musical es la visión del compositor que energiza y da vida a las notas interpretadas en una composición musical —las notas reales son iguales al cuerpo expresando la visión y sentimientos del alma dentro de ellas. Cada alma es la expresión de la intención y visión de Dios al crear ese ser en particular"
Cinco Niveles
Pero es el alma humana la más compleja y la más elevada de las almas. Nuestros sabios han dicho: “Es llamada por cinco nombres: Nefesh (alma), Ruaj (espíritu), Neshamá (aliento), Jaiá (vida) y Iejidá (singularidad)”. Los maestros jasídicos explican que los cinco “nombres” del alma realmente describen cinco niveles o dimensiones del alma. Nefesh es el alma como motor de la vida física. Ruaj es el ser emocional y la “personalidad”. Neshamá es el ser intelectual. Jaiá es el ser supra-racional —el asiento de la voluntad, el deseo, el compromiso y la fe. Iejidá connota la esencia del alma —su unidad con su fuente, la esencia singular de Dios. Pues la esencia del alma del hombre es “literalmente parte de Dios en lo alto” —una parte de Dios en nosotros, por así decir.
Dos Almas
Los maestros jasídicos hablan de dos almas distintas que vitalizan al ser humano: un “Alma Animal” y un “Alma Divina”. La Alma Animal es guiada por la búsqueda de la auto-preservación y auto-realce; en esto se parece al alma y ser de todas las otras creaciones. Pero también poseemos un “Alma Divina” —un alma guiada por el deseo de reconectarse con su Fuente. Nuestras vidas son la historia de la competencia e interacción entre esas dos almas, mientras luchamos por equilibrar y reconciliar nuestras necesidades y deseos físicos con nuestras aspiraciones espirituales, nuestras energías enfocadas hacia nuestro ser con nuestros anhelos altruistas.
Esas dos almas, sin embargo, no residen “una junto a la otra” dentro del cuerpo; más bien, el Alma Divina está investida dentro del Alma Animal —así como el Alma Animal está investida dentro del cuerpo. Esto significa que el Alma Animal, también es vitalizada por la “parte de Dios en lo alto” en su interior.
Ostensiblemente, las dos almas están en conflicto una con la otra, pero en esencia son compatibles.
Elección
La esencia Divina del alma humana es la que coloca al ser humano por encima y aparte de las otras creaciones, aun los ángeles. El ángel puede ser más espiritual, pero el ser humano es más Divino. Ninguna creación puede poseer verdadera libertad de elección —una creación, por definición, tiene y consiste de sólo lo que su creador ha impartido a ella; esta es su “naturaleza” y todas sus inclinaciones y acciones son dictadas por esa naturaleza. Solamente es en el alma humana que el Creador impartió de su propia esencia. El alma humana es entonces el único verdadero ser “supra-natural” (aparte del Creador) —un ser que no está limitado por su propia naturaleza. Un ser que puede trascender a sí mismo; un ser cuyas elecciones y acciones tienen por lo tanto verdadero significado.
¿Por qué una Vida Física?
El alma es formada en el vientre de los reinos espirituales supremos, donde adquiere su identidad y misión distintiva. Para cumplir esa misión es enviada al reino físico, investida dentro de una Alma Animal y equipada con un cuerpo. Aquí el Alma Divina es desafiada por las (aparentemente) conflictivas necesidades y deseos del Alma Animal; acá la realidad divina es oscurecida por el denso auto-encubrimiento del cuerpo y el mundo físico. En esta arena de verdad oculta y perpetuo desafío, el alma puede expresar y convertir en realidad completamente su poder divino.
Guía y Nutrición
El alma es provista de una brújula y una guía para navegar por los desafíos de la vida física, y los recursos para fortificarla. La Torá es el “plano de la creación” que guía e instruye al alma en su misión en la vida. La Torá es también “alimento para el alma”: estudiando Torá el alma ingiere y digiere la sabiduría divina y es provista de la energía divina para perseverar en su misión y vencer sus desafíos.
Mitzvot
Una Mitzvá es un acto Divido. Toda vez que el alma lleva a cabo una Mitzvá —dar una moneda para caridad, poner tefilín, encender las velas de Shabat —actúa como "socia de Dios en la creación" y trae la presencia de Dios al mundo. Las mitzvot son actos físicos —por lo que el alma puede llevarlas a cabo sólo mientras reside en el mundo físico, investida dentro de una Alma Animal y un cuerpo. Por lo tanto la duración de su vida física es la única oportunidad del alma de llevar a cabo mitzvot. Todo lo que viene antes y después es sólo un precedente y una secuela de los más elevados y bajos momentos —sus actos para conectar lo Divino con lo mundano.
Vida Después de la Vida
A la conclusión de su período de vida, el alma recupera un estado puramente espiritual. Ya no puede llevar a cabo mitzvot, pero los actos Divinos que realizó durante su vida física la han elevado a alturas que ni siquiera había imaginado antes de su descenso. Esas mitzvot son como semillas que arraigan en el suelo del mundo físico y crecen y se multiplican, posibilitando más el ascenso del alma; como así también los buenos actos realizados en el mundo físico por otros por el mérito del alma del fallecido.
El Mundo Venidero
Finalmente el alma se reunirá con el cuerpo. En la Era Mesiánica, la resurrección de los muertos anunciará en un “Mundo Venidero” de eterna vida física, en el cual “la muerte será erradicada para siempre”.
En el Mundo Venidero la totalidad de la creación reflejará completa y desinhibidamente la infinitud y perfección de su Creador, y la voluntad física trascenderá lo finito y la mortalidad que la define en el mundo imperfecto de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario