miércoles, 16 de agosto de 2017

El sabio solo da amor


Dios no necesita competir. Ni deshacerse de sus rivales. Ni destruir a sus enemigos. Tampoco se preocupa por las acciones ajenas. Ya que Dios es la libertad infinita. En nosotros. Encarnamos a Dios. Porque somos sus hijos. Una parte de nosotros es divina. Y está resonando con la sabiduría infinita. Nuestro lado infinito ya es Dios. Pero nuestro ego no lo acepta ni lo quiere. Porque si lo asumimos, dejaría de existir y perdería todos sus privilegios. Sólo el ego tiene adversarios. Que le quitan el sueño. Sólo el ego se esfuerza para ser más que sus rivales. Y planea 24 hs la forma de vencerlos. Y su mayor deseo es destruirlos. Como en las guerras. Guerras de egos. No guerra de dioses. Los dioses no necesitan las guerras. Porque saben que todo es uno. Y ellos sólo disfrutan de una manifestación temporal. En la que sólo se ocupan de cristalizar todos sus deseos. Permitiendo que otros hagan, digan, crean o piensen lo que deseen. Porque los deseos de los otros son también sagrados. Y están destinados a realizarse. Y nosotros no debemos interferir. Porque hay espacio infinito. Y tiempo infinito. En el gran palacio del universo. Donde todos podemos vivir y hacer lo que nos plazca. Siempre y cuando no disminuyamos la felicidad de los otros. Pero si nos empecinamos en competir y destruir. También seremos destruidos. Por eso el sabio sólo da amor. Y a su debido tiempo tendrá una abundante cosecha.

- Martín Macedo-

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