La fuerza infinita se come.
La debilidad infinita se come.
La voluntad de hierro se come.
La pereza que todo lo posterga también se come.
El Orden del Universo se ingiere.
El gran Yang entra por la boca.
También el gran Yin.
Quien no comprende el Yin y el Yang.
Da permiso al ingreso de todo lo "rico".
Como un niño con juicio sensorio.
Que sólo quiere golosinas.
Porque le "gustan".
Algunos trepan un nivel.
Y comen con amigos experimentando el placer de compartir.
Otros van más alto y eligen de acuerdo al contenido de vitaminas y nutrientes.
Pero el juicio supremo, el nivel más alto.
Sólo desea comer la salud absoluta.
La felicidad eterna.
La justicia infinita.
Si somos justos, alcanzaremos nuestra máxima grandeza.
Pero antes debemos aprender a dominar el yin y el yang en la cocina.
Aprendiendo con los mejores maestros del mundo.
Los reconocerás.
Porque encarnan.
Una luz tan intensa.
Que hará que tu corazón dé un brinco.
Que no podrás olvidar.
-Martín Macedo-
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