Dicen que las guerras comienzan en la mente de los hombres.
En realidad todos los llamados "hechos" comienzan en la mente de los seres humanos.
No se trata de simples pensamientos; sino de pensamientos cargados con una explosiva fuerza emocional.
Una venganza es profundamente meditada, estudiada, buscando las mil y una formas de llevarla a cabo; pero durante toda esa cavilación el sentimiento estuvo dando vida a esos pensamientos.
Y después de un determinado tiempo se pasa a la acción.
Llegan los "hechos" y eso es lo que sale en los noticieros o lo que publican los periódicos.
Los hechos...pero éstos no salieron de la nada.
Son el fruto, la culminación de un proceso que comenzó en la mente de los hombres.
Cuando una idea es sostenida en el tiempo termina por expresarse en el mundo tal cual lo conocemos.
Así de poderosos somos.
Todas nuestras ideas si son sostenidas terminarán por expresarse en el mundo visible y eso es algo que nadie puede evitar.
No importa si somos hombres o mujeres, negros o blancos, orientales u occidentales, jóvenes o mayores, ilustrados o sin educación formal.
Somos centros de pensamiento y si tomáramos consciencia de este simple hecho podríamos crear toda clase de maravillas.
Ahora la acción es yang; las dietas de alta proteína animal nos inclinan a valorar más la acción que el pensamiento.
Pero los grandes pensadores han creado los mayores cambios en la humanidad.
Estos son yin, estudiaron, soñaron e imaginaron una visión del mundo.
Y tuvieron la habilidad de rodearse de otras personas que los ayudaron a llevar a cabo su misión.
Marx no creó el solito el socialismo; se necesitó de la asociación de muchas personas que sumaron sus habilidades para construir la ldeología.
Lo mismo ocurre con una catástrofe sanitaria como la actual.
No ocurrió de repente.
A alguien se le ocurrió la idea y logró convencer a otras personas de acción para que yin y yang se combinaran y crearan luego de muchos años esta increíble creación.
No debemos luchar físicamente contra los hechos porque éstos tienen una raíz profunda situada en el nivel de las ideas, es decir en el mundo infinito.
En el mundo infinito vale todo, todas las experiencias, todas las vivencias, todas las extravagancias.
Porque el infinito no excluye nada, es la mayor aventura del universo.
Y si a nosotros no nos gusta esta experiencia no conseguiremos nada luchando contra este o contra aquel, o denunciando las mentiras o atrocidades.
La lucha es yang y es una tendencia muy occidental.
Debemos ser más yin, más sabios e ir a la fuente del poder infinito.
La lucha es limitada, estamos llenos de limitaciones como todos los luchadores.
Limitaciones económicas, limitaciones de tiempo, limitaciones físicas y burocráticas.
Pero en el infinito tenemos todo el poder a nuestra disposición.
Allí están todas las ideas, todas pueden ser utilizadas, todas pueden ser adoptadas, todas pueden ser cultivadas.
Si no nos gusta la realidad actual podemos audazmente proponer algo mejor y comenzar a alimentar esa semilla.
Y de la misma manera que los que imaginaron esta catástrofe tuvieron la paciencia y la tenacidad para traerla al mundo, nosotros también debemos ser pacientes y persistentes para a su debido tiempo expresar algo más bello y noble que millones de personas en centros de terapia intensiva y encerradas para no contagiarse.
El poder infinito apoyará nuestras ideas.
Comencemos hoy y mañana daremos otro paso.
Y así casi sin darnos cuenta habremos construido el planeta más saludable de la galaxia.
Si ese es realmente nuestro deseo.
Porque al infinito le da igual.
Porque el infinito está más allá del bien y del mal.
-Martín Macedo-
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