"Hay que atreverse a ser niño": así fue la última clase de Humberto Maturana el sábado recién pasado.
"Educación: Transformación a través de la convivencia y el mundo emocional”, se tituló la última clase que Humberto Maturana y Ximena Dávila, los fundadores del centro de estudios Matríztica, ofrecieron en conjunto a una comunidad estudiantil antes del fallecimiento del biólogo nacional a los 92 años.
Ocurrió en el marco del “Máster Internacional en Educación Emocional y Neurociencias Aplicadas” de la Fundación Liderazgo Chile, dedicada a la “promoción del aprendizaje para el desarrollo de habilidades socioemocionales y la construcción de relaciones justas, conscientes e integrales”.
La actividad se desarrolló el sábado 1 de mayo, duró dos horas y contó con 250 alumnos inscritos de Chile y Latinoamérica. Uno de ellos fue Arnaldo Canales, director ejecutivo de la ONG.
“Nosotros trabajamos con todo lo que es la educación emocional… En esa clase, lo que buscábamos era abrir un espacio donde se abordara la educación enfocada al buen vivir a través de la convivencia”, contó a BioBioChile.
“Lo que habíamos hablado, era que (Maturana) nos pudiera traspasar un poco, desde la mirada de la conversación, cómo aportar a la convivencia tanto escolar como social”, agrega.
La trastienda de la actividad, asegura, fue fruto de meses de gestión. En enero se produjo la invitación formal hacia Matríztica, a la que Maturana y Dávila accedieron sin problemas. “Hubo puntos de acuerdo. Nosotros sabíamos que Maturana tenía 92 años, y queríamos ser cautos y responsables con no forzar una actividad que le generara complicaciones”.
En registros de la clase a los que BioBioChile tuvo acceso, se puede escuchar el rechazo del biólogo al rótulo de “experto” (tantas veces referido a él), y en vez de ello, su autodefinición como un “niño crecido”: “(Significa) estar dispuesto a preguntar, a alegrarse, a tener curiosidad, a jugar. Y jugar, es hacer las cosas con dedicación en el instante en que las hace, sin estar pensando en los resultados”.
"Para no estar atrapado, hay que atreverse a ser niños: estar dispuestos a preguntarnos: ¿será lo que yo digo que sé, lo que sé?”, añade más adelante.
Canales recuerda con emoción el encuentro: “Era la primera vez que él estaba con nosotros, y fue un honor. Después de la clase yo le dije a todo el equipo que con tiempo y templanza, y a medida que pasen los años, nos íbamos a dar cuenta de la maravillosa clase en la que habíamos estado”.
“Era muy ceremonial, había un silencio a pesar que era una clase online; todos con las cámaras prendidas. Era un conversación, una reflexión”, define el director.
La idea de la fundación, a corto plazo, es utilizar dicho material para un webinar que pretenden compartir con la ciudadanía en un formato aún por definir.
“‘Sin desarrollo humano, no podemos pretender tener evolución social’. Ellos, Maturana y Dávila, partieron la charla tomando esa reflexión porque efectivamente también sienten, al igual que nosotros, que debe haber un desarrollo humano, una mirada desde lo social y una construcción de una educación que contribuya al mundo a generar personas de bien, y no sólo trabajadores”, agrega.
Otra de las ideas que Maturana abordó en la charla, fue la del cambio de opinión; cualidad que definió como fundamental en el ser humano.
“Nos decía: tenemos que estar dispuestos a cambiar de opinión, porque tenemos esa capacidad de hacerlo. También que nos invitaba a nosotros mismos a mirarnos mejor; hacia adentro. Porque si reflexionamos sobre lo que pensamos, o sobre la posición que tiene otra persona, podemos verlo no como una verdad absoluta. Y si es así, podemos cambiar la mirada y tener validez en lo que estamos diciendo”, recuerda Canales.
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