¿Y SI CAMBIAMOS NUESTRAS CREENCIAS?
Un día dejé de creer que era enfermo y sané.
Dejé de creer que no merecía nada y la abundancia me abrazó.
Dejé de creer que no merecía amor y me amé.
Dejé de darle poder a lo que me sometía, y ese día fui libre,
Entendí que todo lo que mi mente cree, es lo que en mi realidad se convierte.
Entendí que todo estaba en mí, en mi actitud, en mi manera de pensar, de sentir, de hablar y que todo lo de afuera era fiel reflejo de lo de adentro. Entonces cambié, dejé de hacerle caso a los demás y empecé a hacerle caso a mi corazón. ¡¡Comprendí que el único ser que puede cambiar mi vida siempre, fui yo!!
Y desde entonces mi vida se convirtió en un constante milagro.
Una realización divina llena de armonía, de paz y sobre todo de aceptación.
Y por fin pude ser feliz, no por lo de afuera, sino por lo que yo decidí pensar, sentir y hacer.
¿Y si cambiamos nuestras creencias? Después de todo, como hemos visto, estamos viviendo en un mundo en el que hacemos lo que creemos. Y para hacer algo diferente debemos creer algo diferente. Piensa en las múltiples realidades alternativas que podrían surgir si nos deshiciéramos de nuestras creencias convencionales (en las que todos estamos de acuerdo): solo importa lo material, lo que impera es la ley de la selva, somos frágiles e impotentes esclavos de nuestros genes, y estamos aquí debido a una azarosa disposición de los dados evolutivos.
No solo debemos desmantelar la antigua historia y reemplazarla por otra más viable, sino también curar las heridas que la vieja historia nos ha producido durante siglos. La reprogramación y la curación deben tener lugar tanto a nivel individual como colectivo. En una realidad fractal -lo que está arriba es como lo que está abajo-, no puede existir un organismo evolucionado sin que primero existan células evolucionadas.
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