El ladrón roba porque sigue su sistema de creencias.
El tiene la profunda convicción de que la única forma de sobrevivir es seguir robando.
Y para alimentar a su familia debe volver a robar.
No hay otra salida, eso es lo que él cree.
No hay trabajo para él, no hay oportunidades para él.
Y por eso vuelve a robar.
Hace ejercicios y se entrena en su oficio.
Y cuando desarrolla suficiente habilidad comienza a tener resultados exitosos y así se hunde en un espiral de oscuridad donde la única salida es seguir robando y perfeccionando sus habilidades.
La inteligencia infinita está en el ladrón.
Está en el sabio, está en la hormiga y en el virus de la gripe.
La inteligencia infinita juega todos los papeles, todos los dramas, todas las historias.
Y nunca se cansa de experimentar algo nuevo, algo nunca visto antes, nunca conocido antes.
Dios nunca se aburre porque hay infinitos papeles, infinitas aventuras, infinitos errores e infinitos aprendizajes.
Nosotros tenemos el impulso divino, la voluntad de hierro que está en todos los corazones de todos los seres del universo.
La inteligencia infinita no nos dará nada hasta que no definamos exactamente cuál rol queremos protagonizar.
Debemos elegir un papel y prepararnos para ser admitidos en la obra.
Y cuando consigamos el papel debemos brillar porque si no lo hacemos le darán el papel a otro que realmente, realmente desee el papel más que nosotros.
Y para brillar necesitamos una salud poderosa.
Un exceso de salud.
Y ahí es donde la nutrición juega un rol decisivo.
Los que no comprendan el secreto de la la nutrición se apagarán pronto como las estrellas fugaces que brillan con una luz infinita pero que no dura.
Y así vemos grandes estrellas que se apagan pronto porque se van al extremo yin o al extremo yang.
A veces muy jóvenes como Michael Fox que desarrolló una enfermedad de Parkinson a los 29 años en pleno vuelo como estrella de Hollywood.
El pensaba (creía) que podía comer azúcar, carne, bebidas cola, cerveza y aún así tener una brillante carrera como actor.
Que todo pasa por trabajar duro y tener fe en su gran talento.
Y 30 años después sigue enfermo y reuniendo fondos de donaciones para estudiar una cura basada en el cultivo de células madre.
Lo hace porque cree en la ciencia.
Por eso nuestro sistema de creencias nos puede destruir.
O nos puede convertir en estrellas que brillen decenas de años.
Pocos conocen el Orden del Universo.
Es una gran ventaja, un gran privilegio y lo debemos hacer valer en este mundo fantástico.
Sobre todo ahora que la humanidad vive en una gran incertidumbre.
-Martín Macedo-
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