"El joven Masutatsu Oyama deseaba apasionadamente aprender artes marciales y ser un gran guerrero.
Tenía un deseo ardiente y una voluntad de hierro.
Y sabía lo que quería.
Entonces el universo conspiró a su favor y fueron surgiendo eventos "casuales" que lo condujeron hacia su extrema realización.
Su padre era un hombre rudo y de niño tenía una relación conflictiva con él.
Entonces a los nueve años lo enviaron a la granja de su tía en Manchuria para que se ocupara de las labores agrícolas y suavizara su carácter.
Allí conoció a trabajadores chinos que dominaban las artes marciales.
Uno en particular era un gran maestro y le pidió insistentemente que le enseñara.
Y éste accedió a enseñarle pero primero probó su voluntad.
Le hizo plantar una semilla y saltar 100 veces sobre la simiente cada día.
Hasta que finalmente se convirtió en un árbol pequeño.
Durante años Masutatsu perseveró y saltó cada vez más alto.
Y finalmente obtuvo su recompensa...el maestro accedió a enseñarle.
Sus biógrafos afirman que el gran poder en las piernas de Mas Oyama se debe al entrenamiento de los 100 saltos que realizó durante su niñez, en la granja de su tía.
El ejercicio no sólo le dio potencia en sus piernas sino que templó la voluntad de un niño de 9 años preparándolo para su misión.
Su escuela de Karate la Kyokushin Kai se expandió por el mundo como una plaga y llegó a tener 40 millones de practicantes.
Cuando sabemos realmente lo que queremos y lo deseamos con pasión el amor infinito y la inteligencia suprema pondrán a nuestro alcance todo lo necesario para nuestro éxito.
Porque vivimos en un universo amistoso que nos apoya y cuida.
A menos que elijamos creer que el mundo es malo y que estamos en "un valle de lágrimas" como rezan antiguos condicionamientos religiosos firmemente arraigados en el inconsciente colectivo.
-Martín Macedo-
No hay comentarios:
Publicar un comentario