La voluntad infinita está en tus manos.
Para que hagas un magnífico trabajo.
La voluntad infinita está en tus brazos que quieren abrazar a cientos de personas.
Y a hermosos animales que necesitan protección.
La voluntad infinita está en tus piernas que desean recorrer cientos de países desconocidos y correr todas las maratones.
La voluntad infinita multiplica tus células óseas cada día sin fallar jamás, para que tengas unos huesos fuertes como la roca de la montaña.
Está en tus ojos que desean ver todas la bellezas que caminan por el mundo.
En tus oídos que desean escuchar todas las canciones.
En tu corazón que hierve de pasión.
Cada sorbo de agua contiene la historia del mundo.
Porque ha recorrido tantas veces los mares, los ríos y las arterias de todos los animales del pasado.
Y como somos 80% de agua.
Somos un libro de historia, conteniendo la sabiduría de millones de años de evolución.
Pero muchas personas experimentan un profundo cansancio.
Una tristeza crónica.
Pierden su fuerza, su pasión por la vida.
Lo aceptan como algo normal, producto del paso de los años.
Su salud se apaga como un fuego sin combustible.
Y terminan muchas veces en casas de enfermos crónicos.
Que esperan con ansias la muerte, para escapar de tanta tristeza.
Los especialistas suben las dosis de antidepresivos con la esperanza de que recuperen la alegría.
Pero los resultados son breves o fugaces.
Porque un cuerpo intoxicado sólo puede dar una pobre expresión de lo que debería ser.
Sin embargo mientras ese corazón siga latiendo, la voluntad infinita seguirá allí porque ese es su lugar.
A veces la mente se empecina en experimentar estilos de vida contrarios a los que dicta la naturaleza.
En destruir la soberbia estructura física que nos ha sido prestada para experimentar las maravillas de la vida.
Sin embargo la voluntad infinita no obliga ni presiona.
Espera pacientemente, porque sabe que tarde o temprano ese ser querrá recuperar su felicidad y todo su poder.
Ya que la voluntad infinita, la paciencia infinita y la inteligencia infinita son expresiones de la vida sin límites que acepta sin juicios todas las experiencias.
Y cuando el hijo pródigo regresa, siempre habrá una gran fiesta.
- Martín Macedo-
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