El alma siempre está sedienta de cosas infinitas.
Su naturaleza es ilimitada y por eso su sed no tiene fin.
Sólo lo infinito puede calmar esa sed infinita.
No es suficiente con tener una buena salud.
La salud debe ser infinita.
No alcanza con ser feliz.
La felicidad debe ser infinita.
No se debe aspirar a tener prosperidad.
La prosperidad debe ser infinita.
La fuerza debe ser infinita.
La pasión debe ser infinita.
La voluntad, el amor y la disciplina también.
Porque la disciplina infinita abre todas las puertas.
Si le damos menos que eso, el alma seguirá con sed.
Y esta ambición ilimitada es algo tan natural como la luz de las estrellas o la belleza de las flores.
Porque todo surge del infinito y regresa al infinito.
Somos seres magníficos que estamos conectados con ese tipo de energía inagotable que nos llena de gozo.
Pero si adoptamos estilos de vida anti naturales y nos nutrimos de una forma contraria a nuestra naturaleza más elevada, destruimos la conexión.
Como cuando regamos nuestras plantas con agua contaminada o alimentamos a nuestras mascotas con pelotillas fabricadas por la industria de la comida canina.
No podemos esperar que expresen la belleza infinita, ni la alegría infinita ni la perfección funcional.
Porque la inteligencia infinita ya previó todo para que todo el universo viviente exprese la perfección funcional o salud infinita.
Pero la arrogancia infinita a veces es demasiado poderosa.
Y así debe ser para que se experimente la dualidad.
Que le da color a la vida.
- Martín Macedo-
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