Visualizar es el gran secreto de la creación.
Recuerdo cuando era un jovencito de 16 años....desconocía este poder pero lo aplicaba con una devoción y una persistencia admirables.
Creo que todos, sin excepción a los 16 o 18 años e impulsados por nuestras hormonas sexuales teníamos fantasías donde imaginábamos todo tipo de acrobacias y posturas para reproducirnos.
Es verdad también que la televisión, el cine y en general la cultura está hipersexualizada y los jóvenes son vulnerables en la medida que sus niveles hormonales están a tope por su edad biológica.
Esas fantasías justo antes de dormir consisten en vívidas imágenes cargadas de pasión.
Día tras día y noche tras noche.
Eso es la visualización creativa.
Sirve para aparearse o para volverse famoso.
Para obtener un diploma en la universidad o hacer un viaje de placer.
Por algo se le conoce como visualización creativa.
Yo me maravillo de este poder.
Cuando lo aplicamos para cualquier tema que nos interesa apasionadamente...es sólo cuestión de tiempo.
Cuando pasaron unos 7 o 8 años todas mis fantasías se cumplieron e incluso superaron las expectativas.
Luego los niveles hormonales se estabilizan y comenzamos a tener otras prioridades.
Pero la imaginación es verdaderamente creadora.
Lo olvidamos pronto, dejamos de usarlo.
Pero cuando éramos niños y adolescentes lo usábamos porque éramos muy yang, muy intensos, con deseos fuertes y muy tenaces.
Que un teléfono nuevo, que unos tenis nuevos, que quiero ir al baile, que quiero la bici, que quiero una novia.
Todos usábamos la visualización creativa sin saberlo y obteníamos todo eso en algún tiempo porque no dejábamos de hacerlo porque éramos poseídos por nuestros deseos.
Luego llega la edad adulta y vamos perdiendo esa intensidad, esa pasión, esa persistencia.
Nos cansamos, tenemos tal falta de vitalidad que incluso nos cansa imaginar algo que deseamos.
O peor aún; ya no tenemos propósitos claros porque la misma fatiga apaga la pantalla de la mente, como un cine que se queda sin electricidad.
Cuando recuperamos la salud, volvemos a ser jóvenes de 40, 50, 60 o la edad que sea.
Volvemos a ser intensos, incansables, entusiastas.
Volvemos a desear.
Volvemos a imaginar.
Y lo hacemos con la misma persistencia que cuando éramos adolescentes rebosantes de hormonas sexuales.
Y así la alegría regresa a nuestra vida.
Porque volvemos a usar la visualización creativa.
Que crea cualquier fantasía, si ésta es lo suficientemente intensa y si tenemos esa tenacidad imprescindible para terminar cualquier obra.
Por Martín Macedo-
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