1. El Amor es infinito, trascendente, eterno, estremecedor, definitivo; incomparablemente mucho más que un sentimiento.
2. El Amor es Incondicional, no admite predilecciones de ningún tipo, escala o especie.
3. El Amor pertenece al ámbito del Yo Verdadero, nuestro Ser Interior de linaje divinal; nada tiene que ver con ese amor con el que al ego -nuestro pequeño yo- le gusta llenarse la boca.
¿Por qué ostenta el Amor estas cualidades?. Muy sencillo: porque se fundamenta en la Unidad de cuanto Es y Existe.
¿No lo entiendes?. Recuerda:
1. Todo es suma de partes y forma parte de una suma superior, aunque cada parte es, a su vez, el Todo.
2. Y el Todo, la Unidad, es vivificado por la Consciencia de modo similar a como la sangre, en su circulación, anima y tonifica nuestro cuerpo físico.
Pues bien, de la Unidad y la Consciencia surge el Amor, que en términos científicos puede ser definido como energía pura de carácter vibratorio que se despliega en ondas de torsión.
Pero esto no son palabras para que las digiera tu intelecto. Estamos hablando de tu Esencia, que está más allá de cualquier concepto o conocimiento.
¡Sí, de tu Esencia (y de la mía, y de la del otro,...)!. Porque siendo la razón de ser del Amor la Unidad y la Consciencia, el Amor constituye inexorable y radicalmente la base energética de tu Ser profundo (y del mío, y del otro,...).
La consecuencia directa y colosal de ello se resume en el célebre soliloquio hamletiano: "to be, or not to be" (Ser, o no Ser). Es decir, tu Ser se realiza en el Amor o no es nada (aplicando al caso la popular canción de Eva Amaral: "sin (ti) el Amor no Soy nada"). Así de simple: Soy y, por tanto, Amo; o no Amo y, por tanto, no Soy.
"Yo estoy a punto. Ahora te toca a ti. El juego está en tus manos. Ahora o nunca".
Con Amor.
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