Esta era una pregunta usual que Victor E. Frankl le hacía a sus pacientes que acudían a terapia. La respuesta solía ser que no lo hacían por los hijos o hijas, un talento que explotar o una responsabilidad que no les permitía abandonar este mundo. De esta forma , Frankl ponía en práctica los principios básicos de la logoterapia, corriente psicológica que él desarrollo mientras era prisionero en campos de concentración durante la II Guerra Mundial.
Viktor Frankl fue un neurólogo y psiquiatra austriaco reconocido por ser el fundador de la logoterapia, la llamada "tercera escuela vienesa" de psicoterapia, siendo la psicología de Freud y Adler las primeras. Al inicio de su formación académica, Frankl se inclinó por el psicoanálisis y en 1925 decidió seguir la psicología individual de Adler, con quien entabló una amistad rápidamente, pronto comenzó a distanciarse de los presupuestos adlerianos, para enfocarse en el estudio de los aspectos relativos a la responsabilidad personal, un tema que desarrolló posteriormente en su postulado de la logoterapia.
En 1938 la Alemania nazi había invadido Austria. Comenzaba entonces un infierno para los judíos austríacos, entre ellos Frankl. Durante esos primeros años de guerra, Frankl había intentado obtener una visa para mudarse a Estados Unidos. En 1941 le fue otorgada, sin embargo, decidió quedarse en Viena. Su país vivía una situación conflictiva y no quiso abandonar a sus padres.
En septiembre de 1942 Frankl fue deportado al campo de concentración de Theresienstadt, en Praga, junto a su esposa y sus padres. Desde el año de su deportación, en 1942, hasta 1945 Frankl estuvo en cuatro campos de concentración, incluyendo el campo de exterminio Auschwitz. Viktor Frankl pudo sobrevivir al Holocausto, pero no su esposa ni sus padres. Fue liberado por el ejército estadounidense el 27 de abril de 1945. Durante esa época pasó sus peores años y la experiencia que daría vida a su obra más famosa: “El hombre en busca de sentido”, un libro donde describe su vida como prisionero y la de sus compañeros, analizada desde la perspectiva de la psiquiatría.
“El hombre en busca de sentido” se divide en dos partes. En la primera, dividida en tres fases, el autor relata sus vivencias y la de sus compañeros prisioneros en el campo de concentración. Su objetivo es mostrar cómo el día a día en un campo de exterminio afectaba la mente y la psicología de la mayoría de los prisioneros. La segunda parte del libro corresponde a los conceptos básicos de la teoría de la logoterapia. Frankl explica que la logoterapia es una teoría que se centra en el significado de la existencia humana y en la búsqueda de dicho sentido por parte de ser humano. La llamó “logoterapia” porque logos es un término griego que equivale a “sentido”, “significado” o “propósito”.
De acuerdo con la logoterapia, la primera fuerza motivante del ser humano es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. La búsqueda por parte del ser humano del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una "racionalización secundaria" de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido.
Esto es con el fin de llenar un vacío existencial , el cual es es comprensible y puede deberse a la doble pérdida que el ser humano tiene que soportar desde que se convirtió en un verdadero ser humano. Al principio de la historia de la humanidad, el ser humano perdió algunos de los instintos animales básicos que conforman la conducta del animal y le confieren seguridad.
La logoterapia focaliza su intervención en hacer que el consultante sea plenamente conscientes de sus propias responsabilidades; razón por la cual ha de dejarle la opción de decidir por qué, ante qué o ante quién se considera responsable. Aquí se emplea el término suprasentido. Lo que se le pide al ser humano no es, como predican muchos filósofos existenciales, que soporte la insensatez de la vida, sino más bien que asuma racionalmente su propia capacidad para aprehender toda la sensatez incondicional de esa vida. Logos es más profundo que lógica.
Para entender el uso de ésta técnica, hay que observar el siguiente ejemplo; una persona que teme ponerse colorada cuando entra en una gran sala y se encuentra con mucha gente, se ruborizará sin la menor duda. En este sentido podría extrapolarse el dicho: "el deseo es el padre del pensa-miento" y afirmar que "el miedo es la madre del suceso". Por irónico que parezca, de la misma forma que el miedo hace que se gener lo que uno teme, una intención obligada hace imposible lo que uno desea a la fuerza. Puede observarse esta intención excesiva, o "hiperintención" como Frankl la denominó, especialmente en los casos de neurosis sexuales. Cuanto más intenta un hombre demostrar su potencia sexual o una mujer su capacidad para sentir el orgasmo, menos posibilidades tienen de conseguirlo. El placer es, y debe continuar siéndolo, un efecto o producto secundario, y se destruye y malogra en la medida en que se le hace un fin en sí mismo.
De este modo, Frankl plantea que encontrar el sentido de la vida, donde cada persona establezca su propio sentido de vida, podrá superar los vacíos existenciales y sufri-mientos en su vida. Así el cuestiona-miento no es ¿por qué hay que sufrir? sino ¿qué sentido tiene el sufri-miento?. Todas las personas son libres de tener su propia respuesta y tomar una decisión.
El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a las otras; pero las personas, en última instancia, son su propio determinante. Lo que llegue a ser lo hace por sí mismo. En los campos de concentración, por ejemplo, en aquel laboratorio vivo, en aquel banco de pruebas, observaban y eran testigos de que algunos de sus compañeros prisioneros actuaban como cerdos mientras que otros se comportaban como santos. Toda persona tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones y no de sus condiciones depende cuál de ellas se manifieste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario