«Nos convertimos en aquello que pensamos».
Los expertos afirman que la mente tiene un poder infinito.
Todo ser pensante tiene mucho poder.
Infinito poder.
¿Cómo entonces algunos dicen.....no puedo?
Han olvidado quiénes son.
Su mente se confunde y cree que están por fuera del infinito.
Pero no puede existir nada fuera del infinito porque el infinito lo abarca todo.
En su ilusión la mente individual renuncia a su poder y suplica por un poco de pan y vestidos para su frágil existencia.
Llama a la mente universal "Padre" y le construye templos.
Y enseña a sus hijos y nietos a venerarlo.
Se parece a una pequeña hormiga que se aparta del hormiguero y desde la copa de un árbol contempla el hormiguero y piensa: " qué grande y poderoso es este hormiguero; qué maravillosa intensidad, día y noche....y qué frágil y pequeña soy".
Y así obsesionada con su pequeñez se siente pobre y desvalida porque su conciencia se ha fragmentado creyendo que puede existir fuera de su colectividad.
Y al sentirse carente atrae por semejanza experiencias de carencia.
Y se crea un círculo vicioso.
La enfermedad es un estado de carencia.
Disminuye profundamente la energía, la fuerza, la función, la potencia.
Y para restablecer la abundancia necesaria para alcanzar una magnífica salud no es suficiente con tener unos buenos hábitos de nutrición y ejercicio.
Es necesario integrar la conciencia individual en la conciencia de lo infinito, hasta sentir que somos infinitos, eternos, completos y poderosos.
La palabra macrobiótica no se refiere a semillas o alimentos.
Es básicamente una contemplación del grandioso orden del cual no podemos escapar ni por un segundo porque si lo hiciéramos dejaríamos de existir instantáneamente.
Asumir nuestra eternidad, nuestra grandeza y nuestro poder es la única forma de vencer todos los miedos y entrar por la puerta principal en el Reino de los Cielos.
Y la nutrición de la más elevada calidad prepara la mente y el cuerpo para esta entrada triunfal.
-Martín Macedo-
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