La boca es la frontera entre dos mundos; el medio interno y el medio externo.
Todo lo que podríamos comer constituye el medio externo y allí hay una abundancia infinita..
El medio interno es el resultado de nuestras decisiones, de nuestras elecciones.
Podríamos decir que la boca separa dos mundos.
Nuestro mundo biológico por un lado que es un microcosmos de maravillosa complejidad.
Y el mundo infinito donde está todo lo que necesitamos para crear el tipo de biología que deseemos.
La boca separa y vincula el microcosmos con el macrocosmos.
Nuestro yo infinito está por delante de la boca.
Nuestro yo finito está por detrás.
Y es nuestro nivel de juicio el que decidirá el tipo de vida que tendremos y las experiencias que tendremos.
Algunos experimentan un cáncer y otros experimentan la salud infinita.
Somos artistas que toman los elementos del infinito para luego de atravesar la boca - frontera crear una realidad corporal biológica y fisiológica.
Si estas decisiones se toman en base al simple sabor o aspecto visual como los alimentos de las cadenas de comida rápida se creará un tipo de vida lleno de apatía, debilidad y confusión.
Pero si se escogen los alimentos más nutritivos y de la más alta calidad se construirá otra realidad biológica totalmente opuesta.
Por eso celebramos en el Uruguay que se estén produciendo tempeh orgánico, sal marina por evaporación natural del agua oceánica del Atlántico, chucrut, umeboshi con frutas locales, misso de garbanzos, de soja eco y de cebada.
Estas posibilidades nos dan la facilidad de crear una biología orientada hacia la salud infinita.
Sin embargo mucha gente no comprende.
Elige según sus programas subconscientes, los modelos tradicionales de alto consumo de carne, azúcar y pan refinado.
Construye una biología pésima que algunas décadas después acaba en cáncer, artritis, auto inmunes, enfermedad celíaca, hipotiroidismo y enfermedades cardiovasculares.
La medicina intenta resolver estos problemas con fármacos.
Pero los fármacos son los peores alimentos porque también atraviesan la boca para convertirse en nuestro medio interno.
A un medio interno caótico y tóxico se agregan más químicos en nombre de la ciencia y se adoctrina al enfermo para que no deje jamás los remedios porque podría descompensarse.
En vez de curar se contamina más, en vez de mejorar se empeora, creyendo que es el proceder más acertado y que es el único válido.
Pero nuestra boca es sólo nuestra y podemos decidir los colores que emplearemos para pintar nuestro cuadro.
Un cuadro infernal o un cuadro de belleza infinita.
La libertad siempre nos pertenecerá.
Pero cuando no hay sabiduría usamos la libertad para experimentar los peores horrores y lo hacemos con toda convicción.
Como las personas que se resisten enérgicamente a dejar la carne y la leche de vaca porque temen debilitarse si lo hacen.
Usan su libertad para crear un infierno biológico.
Y también para permanecer allí como si se tratara del lugar más seguro del mundo.
Esta situación surge de una profunda ignorancia de las Leyes del Universo.
Porque la sabiduría infinita duerme en millones de seres humanos.
Pero necesita ser alimentada con alimentos de buena calidad y buenos educadores.
Como decía Ohsawa es necesaria una nueva educación; una educación que enseñe valores infinitos en vez de valores efímeros que nos dejan siempre insatisfechos y hambrientos de la verdadera felicidad.
-Martín Macedo-
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