Durante las dos primeras décadas de la vida el desarrollo es básicamente físico y para éste se necesita un alimento más yang.
A partir de ese momento el desarrollo es básicamente mental y espiritual y por eso la alimentación debería cambiar sustancialmente.
El desarrollo de la conciencia, de la comprensión, de la sabiduría son impulsados por alimento yin.
Pero si la nutrición es demasiado yang éste desarrollo de la conciencia o nivel de juicio o comprensión quedará detenido.
La mayor parte de la gente a los 60 años se alimenta igual que a los 18.
La proteína animal en forma de lácteos o carnes está en la base de todas las comidas.
Incluso en los eventos sociales o reuniones familiares.
No puede desarrollarse una humanidad sabia si los mayores se nutren como los niños.
El niño pequeño debe tomar leche y otras proteínas animales para construir un cuerpo fuerte.
Así el desarrollo espiritual o de la conciencia será sacrificado temporalmente para priorizar la construcción física.
Si la nutrición es demasiado yang en la etapa adulta... por muchos estudios o ejercicios espirituales, por mucha meditación que se haga o viajes a la India a visitar a los grandes referentes, no habrá progresos significativos porque sólo con una alimentación vegetal se puede expandir al conciencia.
Es como un águila que intenta remontar vuelo si tiene atada con una cadena una pata a una estaca en la tierra.
Por mucha voluntad que ponga, por mucho que se esfuerce, sus ansias de alturas (yin) se verán frustradas porque la estaca y la cadena (yang) la mantienen anclada a la tierra.
Cuando nos nutrimos de una manera más yin para proseguir nuestro desarrollo de la conciencia y la sabiduría, es natural que el cuerpo sea más liviano y menos voluminoso que el cuerpo de aquellos que toman proteínas y grasas animales en mayor cantidad.
Las modas y las tendencias en los gimnasios es la de crear cuerpos grandes y musculosos.
Eso es percibido como salud, como éxito, como garantía de atracción y admiración tanto de hombres como mujeres.
Y por eso, apegados a las formas, a la cantidad de músculo y al volumen, muchos sacrifican su evolución espiritual.
Incluso a los 70 años siguen levantando pesas en los gimnasios con la ilusión de que ese trabajo duro los mantendrá jóvenes y seductores.
Se busca la salud infinita en el gimnasio.
Se comprende que el trabajo físico duro es esencial para lograr la salud infinita.
Pero este trabajo debe acompañarse de una nutrición que contenga tanto yang para la construcción física, como yin (nutrición vegetal) para la edificación de la inteligencia y la sabiduría.
Y así amalgamar fuerza física y una inteligencia penetrante.
Capaz de resolver los grandes problemas de la vida, del mundo y del planeta.
Pero si se pone todo el énfasis en la construcción física llegará un punto en el que la felicidad se acabará.
Porque la construcción física tiene un máximo.
Y cuando aparece ese máximo ni los más sinceros esfuerzos lograrán avances.
A menos que se usen drogas y fármacos en un intento de hacer crecer artificialmente lo que ya creció.
Muchos apuestan a la superioridad física.
Los ayuda a sentirse seguros como ocurre en el mundo de los gorilas.
Donde el más corpulento manda y los débiles deben someterse.
Como en el boxeo y otros deportes donde no puede haber dos campeones simultáneamente.
.Martín Macedo-
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