Nuestra filosofía yin-yang nos garantiza una vida extraordinaria.
Pero pocos pueden ver el valor.
Está ahí para todos los que deseen adquirir sabiduría.
Está constituida por principios milenarios.
Verdades absolutas porque se refieren a ese mundo absoluto.
Donde yin y yang son las variables permanentes.
Si está una siempre estará la otra.
Si está el principio estará el final.
Si está la debilidad estará la fuerza.
Juntas, inseparables como las hojas y las ramas.
Nuestro cuerpo es finito, nuestra alma es infinita.
"Yo no creo en el alma, yo no creo en Dios, yo sólo creo en lo que veo, en lo que puedo comprobar".
Razonamiento falaz, falso, miope que garantiza una vida desgraciada.
Junto al lado finito y fugaz, siempre, siempre estará el lado infinito, eterno, capaz de mover montañas de obstáculos.
Si tienes un cuerpo finito y transitorio, esta Ley garantiza que tienes junto a éste, un cuerpo infinito poseedor de riquezas y recursos incalculables.
Pero no lo ves, porque los ojos son muy limitados.
Los órganos de los sentidos nos mienten, nos muestran sólo el lado finito.
Sólo la sabiduría permite el acceso a nuestro lado infinito.
Sólo el estudio de textos de gran valor abre la puerta al mundo infinito.
En realidad ya estamos en él.
Estamos en medio de él.
Y apenas usamos un 5% de sus recursos.
La Tierra recibe grandes cantidades de energía solar pero sólo se aprovecha una cantidad insignificante.
Por ese motivo los científicos dicen que apenas usamos el 5% de nuestro potencial mental.
Y nos quejamos de que la vida es difícil.
Pero sería mucho más fácil si usáramos el 100%.
Como lo hacen los grandes maestros; ellos decidieron aprender y buscaron mentores.
Y el que busca encuentra.
-Martín Macedo-
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