Los electrodomésticos funcionan de una manera absolutamente lógica.
Para que funcionen necesitan una fuente de alimentación.
Como su nombre lo indica se alimentan de energía eléctrica.
Esa es su comida.
Siempre comen lo mismo...si le cambiamos el menú y en vez de 220V le damos 110V no funcionan y se apagan.
O se dañan en forma irreversible.
Supongamos que un día de intenso calor decidimos prender un potente ventilador de pie.
Todo va de maravilla hasta que en determinado momento comienza a salir un humo espeso y amenazante.
Y un ruido ensordecedor....y los niños se asustan y comienzan a llorar...
Y hasta el perro se pone sumamente nervioso y se genera un caos en el hogar.....
Todos entran en pánico y nadie sabe cómo proceder porque la situación es angustiante.
Finalmente el padre toma un bate de béisbol y comienza a golpear con todas sus fuerzas al ventilador y luego de peligrosos y violentos masazos la terrible máquina deja de funcionar.
Se ha generado un gran destrozo con pedazos de plástico y fragmentos múltiples de cables quemados por toda la sala.
Y marcas en el piso por el gran calor y las quemaduras en otros muebles cercanos al lugar del “procedimiento”.
Pero todo este destrozo se podría haber evitado, si en vez de entrar en pánico nos hubiéramos serenamente y con valentía, limitado a desenchufar el ventilador.
Así procede la medicina frente a un tumor maligno.
Se lo ataca con furia infinita argumentando que esto es lo que hace la ciencia.
Que esta es la única forma de detenerlo.
Pero quitándole su fuente de nutrición, el tumor se retrae y finalmente colapsa.
Y por ello con la macrobiótica podemos curar todos los tumores del mundo.
-Martín Macedo-
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