sábado, 27 de febrero de 2021

El noble arte de aprender a pescar

 El Máster en Inteligencia Financiera es un proceso de desarrollo personal diseñado para que aprendas a estar en paz con el dinero, sepas cómo resolver tus problemas económicos y crear abundancia en tu vida.

Te felicito de todo corazón. El simple hecho de que estés leyendo estas líneas dice un mundo acerca de ti. No tengo el placer de conocerte personalmente, pero te aseguro que ya cuentas con toda mi admiración. Y ésta no tiene nada que ver con que decidas apuntarte al máster, pues quizás simplemente estás curioseando por nuestra web o tal vez aún no sea tu momento.

Tienes toda mi admiración porque estás dedicando tiempo a investigar sobre cómo crecer en comprensión y sabiduría para mejorar tu relación con el dinero. Y esto pone de manifiesto que eres una persona responsable, consciente, madura y con ganas de convertirte en parte de la solución de esta sociedad. ¡Bien por ti!

Aprovecho esta carta para agradecer de corazón al departamento de pedagogía, co-creadores de este innovador y revolucionario proceso pedagógico. Y por supuesto, a todos nuestros profesores: unos auténticos cracks en saber combinar el autocono- cimiento, el desarrollo espiritual y la educación financiera.

No sabes lo contento que estoy de poder escribir(te) estas líneas. Ahora mismo no puedo dejar de sonreír. No me cabe la menor duda de que este va a ser uno de esos másteres que “cambian vidas”. Lo sé por experiencia personal. El Máster en Inteligencia Financiera® es fruto de todo lo que he aprendido en este ámbito a lo largo de mis 39 años de existencia. La verdad es que ha sido un largo viaje llegar hasta aquí.

Jamás hubiera imaginado que acabaría liderando un proyecto así. Por una serie de hechos neutros que tuve que vivir durante mi infancia y adolescencia, desde muy jovencito siempre estuve peleado con el dinero. Me parecía algo sucio y corrupto por lo que la gente perdía su alma y se prostituía. Para mí, el dinero era la raíz de todos los males de la sociedad.

De hecho, miraba a los ricos con recelo y desprecio. Los juzgaba y condenaba con severidad. Estaba convencido de que era imposible amasar una fortuna honradamente. También creía que los empresarios y los inversores eran personas mezquinas y codiciosas. ¡Madre mía que equivocado que estaba! ¡Cuánta mierda mía estaba proyectando en ellos! Afortunadamente, no me llevó mucho tiempo darme cuenta de ello…

ENFADADO CON EL MUNDO
En paralelo, también estaba muy enfadado con el mundo económico y financiero. A pesar de ser un joven e ingenuo adolescente, nunca creí en el sistema ni me sentí parte de esta sociedad. Por eso a los 19 años decidí romper con todo y encerrarme en mí mismo, acompañado solamente por libros de filósofos clásicos. Estaba tan enfadado con todo y con todos que me convertí en un inadaptado social de forma voluntaria. Fue entonces cuando, sin yo saberlo, empezó mi camino espiritual.

Cinco años después y muchos ensayos existenciales más tarde, descubrí por causalidad la herramienta del Eneagrama. Así fue como perdí la virginidad espiritual, iniciando oficialmente mi viaje de autoconocimiento. Lo cierto es que supuso un punto de inflexión en mi búsqueda. Y un año más tarde la vida puso en mis manos las enseñanzas de Gerardo Schmedling. Fue entonces cuando se me giró por completo la tortilla. Experimenté un clic tan fuerte, sonoro y estridente que desperté de golpe y porrazo. Acababa de cumplir 25 años.

De pronto dejé de obviar algo muy obvio: que la única manera en la que cambian nuestras circunstancias es cambiando nosotros primero. No hay otra fórmula: nuestra mentalidad determina nuestra realidad. Fue entonces cuando dejé de victimizarme, de quejarme, de protestar, de culpar siempre a otros de mis conflictos y problemas. A su vez, empecé a comprometerme con sanar mi impotencia y transformar mi frustración. Me di cuenta de que poniendo el foco fuera de mí mismo jamás lograría el cambio que anhelaba.

La cruda verdad es que actuar así no sirve para cambiar nuestra vida. Ni tampoco para mejorar nuestra situación económica. Tan sólo sirve para perturbarnos a nosotros mismos, desempoderarnos todavía más y seguir auto-engañándonos. Y de paso, seguir creyendo que lo que tiene que cambiar es lo externo. Que la vida es injusta y que nos debe algo. Que el Estado se tiene que encargar de nosotros. Que lo mejor que podemos hacer es salir a la calle a protestar… O todavía peor: votar al nuevo partido que nos prometa poner más pescado en nuestros platos.

Sea como fuere, en el año 2006 impartí mi primer curso de autoconocimiento a través del Eneagrama. Lo daba un sábado cada dos meses en el centro donde practicaba yoga y en el que estaba aprendiendo a meditar. En total eran 8 horas de clase. Y solían acudir unos 15 alumnos por curso, los cuales pagaban 30 euros. Yo me negaba a cobrar. No quería que el dinero me ensuciara las manos ni me manchara el alma, cobrando por algo que hacía por amor al arte.

MIS PRIMEROS 50 EUROS CONSCIENTES
Sin embargo, al cabo de nueve cursos la directora del centro -una mujer con mentalidad de empresaria y un corazón íntegro y puro como pocos- finalmente me citó en su despacho y me dio 50 euros. “Este dinero es para ti”, dijo muy seria. Enseguida me puse a la defensiva, recordándole que no quería cobrar por mis clases, pues yo no lo hacía por dinero. “Me parece maravilloso, pero este dinero te corresponde a ti”, insistió. Y acto seguido puso aquel billete en mis manos.

Fue entonces cuando me dijo algo que no olvidaré en la vida: “Nosotros hemos puesto el centro (espacio, luz, sillas, pizarra, calefacción…). Tú has puesto el curso (tiempo, conocimiento, entusiasmo…) Y los alumnos han puesto dinero. Todos hemos compartido algo valioso, aportándonos valor los unos a los otros. El dinero es lo que ha posibilitado este intercambio. No entiendo por qué lo rechazas y juzgas de esta manera. El dinero no es bueno ni malo; es un medio. Es neutro. Es energía. Y si no lo quieres, no pasa nada. No hace falta que te lo quedes. Dónalo. Regálalo. Compártelo.

Me quedé completamente mudo, sin saber muy bien qué decir. ¿El dinero no es bueno ni malo? ¿El dinero es un medio de intercambio? ¿El dinero es neutro? ¿El dinero es energía? Si bien ahora mismo me avergüenza reconocer lo obvio que son todas estas afirmaciones, en aquel entonces supusieron un hachazo a mi mente. No en vano, todavía no era consciente de cómo me limitaban ciertas creencias y emociones que albergada en mi interior con respecto al dinero.

Con aquel dinero-energía invité a cenar a un japonés a mi novia Irene, con la que apenas llevaba un año y medio saliendo. De pronto algo se desbloqueó en mi interior. Así fue como empecé a hacer las paces con el dinero. Y años más tarde, a interesarme más en profundidad por el apasionante universo de la educación financiera. El resto ya es historia. ¿Quién me iba a decir que un aspirante a filósofo como yo iba a acabarconvirtiéndose en empresario e inversor?

LA RAÍZ DE NUESTROS PROBLEMAS ECONÓMICOS
Si algo he aprendido desde entones es que el dinero no es el problema. El verdadero problema son las creencias que tenemos acerca del dinero. Nuestra mente está totalmente contaminada de falsas creencias que limitan nuestra forma de relacionarnos con el mercado laboral y con nuestra forma de ganar, administrar, gastar, ahorrar e invertir el dinero.

Lo cierto es que se trata de una energía muy poderosa. Si no la sabemos manejar y dominar nos acaba manejando y dominando a nosotros. Eso es precisamente lo que vas a aprender en este máster: a cambiar de mentalidad con respecto al dinero, tomando las decisiones y las acciones necesarias para crear una vida libre, abundante y próspera de forma honrada y ética.

Hoy puedo decir orgulloso que estoy completamente en paz con el dinero. Principalmente porque he sanado mis heridas de infancia y ya no proyecto mis demonios internos sobre él. A lo largo de este proceso de autoconocimiento y de educación financiera he descubierto empíricamente que el secreto de la verdadera abundancia, riqueza y prosperidad consiste en sentirlas primero dentro de uno mismo, reconectando con el ser, con nuestra dimensión espiritual. Así de fácil y así de complicado. Solo entonces podemos co-crearlas también en el plano físico, económico y material.

De hecho, cambiar de paradigma financiero pasa por comprender que nuestro objetivo vital no ha de ser ganar dinero, sino crear riqueza, resolver problemas y satisfacer necesidades sociales. Es entonces cuando como consecuencia de nuestro talento y de nuestra contribución viene el dinero como resultado. A cuantas más personas ayudemos, más prosperidad cosecharemos. La raíz de la verdadera abundancia nace de la genuina generosidad. De ahí que mi equipo de motivad@s y yo estemos total y absolutamente comprometidos con aportar el máximo valor, con la mayor calidad y al menor precio posible. Ojalá de este modo podamos tocar el corazón e inspirar la mente del máximo número de personas interesadas en cambiar su mentalidad con respecto al dinero.

La belleza de esta forma de concebir nuestra empresa y nuestra comunidad educativa es que llevamos años inmersos en un círculo virtuoso. Cuánta más riqueza generamos, más riqueza cosechamos. Y cuánta más riqueza cosechamos, más riqueza podemos seguir generando. Así, el dinero que obtenemos como resultado de crear riqueza se convierte en la energía que alimenta y permite hacer crecer nuestra comunidad de forma exponencial, pudiendo contratar a más personas, expandirnos por más lugares y, en definitiva, revolucionar la vida de cada vez más buscadores e inconformistas con ganas de tomarse la pastilla roja y empezar a salir del Matrix. Y así es como nuestro impacto positivo en el mundo es cada vez mayor. Y todo ello gracias a la increíble, maravillosa y neutra herramienta llamada “dinero”.

LA BURBUJA DEL ESTADO DE BIENESTAR
Intuyo que si has seguido leyendo hasta aquí llevas tiempo inmerso en una crisis existencial. Y estás hasta los mismísimos de esperar a que llegue ese pescado de manos de terceros. Seguramente ahora ya sabes que nunca va a llegar. Ese es precisamente el palo con la zanahoria que utilizan los Estados para que los ciudadanos sigamos creyendo que necesitamos y dependemos de los Gobiernos. Pero, ¿cómo van a poder las administraciones públicas resolver nuestros problemas económicos si están completamente endeudadas, al borde de la quiebra financiera? Simplemente no pueden ni van a poder.

El paternalismo del Estado va a ser sustituido por la responsabilidad personal del ciudadano. El contrato social basado en trabajar para consumir y pagar impuestos que garanticen el estado del bienestar es del todo ineficiente e insostenible. Ahora mismo es una burbuja artificial, una bomba de relojería. Y está a punto de estallar. La crisis sistémica en la que estamos inmersos es el puente entre el viejo sistema financiero y el nuevo que está por venir, liderado -con toda probabilidad- por la Blockchain y las criptomonedas.

Se avecina una tormenta económica y financiera de proporciones bíblicas. Y la mayoría de ciudadanos está totalmente desprotegida. Por no tener, no tiene chubasquero ni paraguas. Lo peor de todo es que debido a nuestra falta de educación financiera estamos demasiado acostumbrados a que nos den el pescado mensualmente a cambio de estar bien adaptados al engranaje socioeconómico del sistema. Por eso hemos venido siendo tan obedientes.

Esta es la razón por la que en general la mayoría de ciudadanos tiene una mentalidad de escasez y de pobreza. Al no haber cuestionado su condicionamiento socio-económico, siguen creyendo que la riqueza está afuera de ellos mismos. Y que los grandes interme- diarios financieros (Papá Estado, Mamá Corporación y el Tío Gilito de la Banca) son los responsables de resolver sus problemas económicos. El hecho de que esta mentalidad sea totalmente dominante y mayoritaria en nuestra sociedad pone de manifiesto que el Estado y la mayoría de la ciudadanía –dormida y desempoderada– se retroalimentan unos a otros, perpetuando este viejo paradigma financiero en la sociedad.

EL CORONAVIRUS COMO DETONANTE
En este sentido, el coronavirus –como cualquier otro virus– está enfermando al sistema, el cual –como organismo vivo–, está sacando toda la basura que ya tenía dentro. Y por favor, no caigamos en el error de culpar al Covid-19. Su función está siendo la de aflorar las cloacas de este sistema insostenible forjado a base de deuda, corrupción, malversación, delirio y derroche. Tanto es así, que la respuesta que está teniendo el propio sistema consiste en inyectar cientos de miles de millones en la economía para paliar los efectos financieros de este virus en el corto plazo. La incómoda verdad es que el sistema es un yonki completamente adicto a la deuda. Me da la sensación de que a lo largo del próximo año va a morir de sobredosis. Preparémonos para vivir el proceso de desintoxicación…

Estamos ante un acontecimiento de tal envergadura y magnitud, que con el paso del tiempo nos referiremos a él utilizando expresiones como “antes del coronavirus” y “después del coronavirus”. Sin embargo, el estado de shock en el que se encuentra la gran mayoría le impide ver lo que verdaderamente está sucediendo. El coronavirus es el instrumento que ha utilizado la vida para adentrarnos definitivamente en un cambio de era. Una vez venzamos y superemos la pandemia –conteniendo y mitigando sus efectos en el ámbito de la salud y la sanidad–, tomaremos consciencia de que jamás volveremos a nuestra antigua realidad. Nos encontraremos frente a un nuevo escenario macroeconómico muchísimo más duro y hostil que el que vivimos durante la crisis de 2008.

No es descabellado afirmar que vamos a vivir la peor crisis de la historia, entrando en un periodo de recesión económica profunda y aguda, durante el que la destrucción creativa va a alcanzar su máxima expresión. A lo largo de este proceso van a destruirse cientos de sectores, miles de empresas y millones de puestos de trabajo. El denominador común de todos ellos es que hace tiempo que habían quedado obsoletos y ya no se corresponden con el nuevo escenario socioeconómico emergente. Pero no tengas miedo: no es el fin del mundo, sino el inicio de uno nuevo.

LA IMPORTANCIA DE APRENDER A PESCAR
Una vez finalice la crisis coyuntural generada por el coronavirus, comenzará la crisis estructural que este sistema insostenible ha venido parcheando y posponiendo desde hace demasiados años. Todo lo que forme parte del obsoleto, decadente e insostenible viejo paradigma va a morir y desaparecer. A su vez, lenta y paulatinamente empezará a nacer y emerger con fuerza un nuevo paradigma, basado en la consciencia y la sabiduría, con el que se iniciará –en complicidad con las nuevas tecnologías– uno de los periodos más innovadores, disruptivos, creativos, luminosos y revolucionarios de la historia. A esto se refiere la expresión “el momento más oscuro de la noche es justo antes del amanecer”.

Dicho de forma poética, la humanidad va a experimentar su propia “noche oscura del alma”. Es decir, un proceso de metamorfosis cultural. Ahora mismo todos somos larvas condenadas a entrar en una crisálida para salir transformadas como mariposas. Quien se resista a cambiar, transformarse y evolucionar va a experimentar un dolor y un sufrimiento muy profundos. Lo cierto es que la gran mayoría va a llegar a una saturación de sufrimiento, la cual puede generar un despertar masivo de consciencia sin precedentes en toda la historia de la humanidad.

Si bien ningún partido político se atreve a reconocerlo públicamente, las personas más desfavorecidas serán nuevamente las más perjudicadas y castigadas por esta crisis sistémica. Tanto es así, que quedarán laboralmente obsoletas, quedando a merced de gobiernos populistas cada vez más totalitarios, quienes les prometerán seguridad a cambio de su libertad.

Sin embargo, muchas de estas promesas se las llevará el viento. Principalmente porque los Estados están completamente endeudados –al borde de la quiebra– y apenas habrá dinero para seguir comprando sus votos con subvenciones públicas. En esta nueva era se acabó eso de dar pescado. La nueva consigna es que quien quiera sobrevivir y prosperar no le queda más remedio que iniciarse en el noble arte de aprender a pescar.

Una vez termine el máster no puedo prometerte cuántos peces vas a ser capaz de pescar. Ni tampoco sé qué harás con ellos. Eso es cosa tuya, de los valores desde los que riges tus decisiones económicas. Lo que sí puedo asegurarte es que el último día de clase tendrás entre tus manos una caña de pescar nueva –de máxima calidad– diseñada por tu inteligencia y construida por tus propias manos. Y que vas a saber perfectamente cómo salir al océano y pescar por tu cuenta para el resto de tu vida, independientemente del intensidad del viento y la altura del oleaje.

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