Se nos ha dicho muchas veces en la formación religiosa tradicional: "el espíritu está dispuesto pero la carne es débil".
¿Entonces por qué te nutres básicamente de carnes animales?
Si la carne es débil y tú te nutres de carne, serás débil.
La carne es yang y el espíritu es yin.
El desarrollo espiritual es yin, el desarrollo de la sabiduría y del entendimiento pertenecen al ámbito de lo yin.
Y por lo tanto se potencian con la energía yin del alimento vegetal.
Los esquimales y algunos pueblos nómadas se nutren casi exclusivamente de derivados animales por razones climáticas o geográficas.
Ellos son saludables porque se nutren únicamente de productos de la naturaleza, pero su desarrollo intelectual, espiritual es reducido, ya que muchas veces no tienen un lenguaje escrito ni registros de ninguna clase.
La cultura surgió donde se establecieron prácticas agrícolas regulares que permitieron asentamientos estables y cada vez más grandes.
La carne es débil, es decir nuestro yo físico.
El espíritu es fuerte, allí está nuestra grandeza y nuestro poder; el espíritu es invisible porque es yin.
Y si queremos una vida grande debemos expandir nuestra visión de la vida y crecer espiritualmente.
En el gimnasio se esfuerzan para desarrollar el cuerpo.
Y sus cuerpos tonificados son su máxima gloria.
Pero la verdadera grandeza, la verdadera felicidad está en el desarrollo de la mente, de las grandes ideas, de los grandes proyectos e incluso de los grandes cuerpos musculosos que primero fueron una idea.
El yo pequeño, la carne, está lleno de límites y prohibiciones; códigos morales y legales, controles y burocracia.
Los impuestos siempre se imponen sobre el yo pequeño, porque es visible y fácil de identificar.
Pero el gran yo, el verdadero valor del humano, es invisible y allí están todos los tesoros, todas las riquezas, todos los millones de cosas bellas para extraer.
También todos los horrores porque la dualidad está por todo el Universo.
Quien descuida el desarrollo del espíritu y de la mente y sólo se ocupa de los aspectos vinculados al yo pequeño, de carne, frágil y temporal se parece mucho a un gorila que todo el tiempo se ocupa de la supervivencia de su forma.
-Martín Macedo-
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