Las personas temen amar porque es una amenaza para el ego. El ego es la barrera que impide amar. Cuando el ego muere comienza la verdadera vida, porque mientras exista es una coraza que se puede convertir en una prisión.
El ego se construye en la primera infancia, con la dependencia y la indefensión del bebé que es atendido con toda solicitud por sus padres y que le hacen creer que es el centro del universo. Después de los primeros cuatro años el niño ya casi ha formado un patrón de comportamiento que reiterará durante toda su vida en cualquier situación. A los siete años el niño ya tiene formadas todas sus actitudes y se ha asentado su ego.
Así sale del hogar y se abre al mundo yendo al colegio; y es en ese extraño mundo externo donde encuentra millones de circunstancias a atravesar; porque no encontrará a nadie que se preocupe por él como su familia, se da cuenta que todo el mundo es indiferente y su ego se siente herido.
Cuando se relacione con otros niños, como su patrón ya está establecido tratará de dominarlos e intentará destacarse en el colegio por creerse superior. Al mismo tiempo descubrirá que los demás niños piensan lo mismo, y esto es lo que produce los conflictos, porque los que ocasionan las luchas y las peleas son los egos que se enfrentan.
Esta es la realidad de la vida, millones de egos alrededor, igual que el suyo tratando de controlar, maniobrar, dominar, por medio del dinero, el poder, la política, el conoci-miento, la fuerza, las mentiras, las pretensiones, la hipocresía. Todos hacen lo mismo porque todos han sido educados de la misma manera.
Esto no quiere decir que un niño tiene que ser criado sin amor, al contrario, un niño requiere que sus padres lo amen para sentirse aceptado y valioso y para no tener miedo, porque si no es amado será un excéntrico, y no una persona centrada. El niño en la infancia acumula ego y eso es inevitable y se requiere porque lo protege, y lo apoya a crecer fuerte y sano, pero no debe ser lo más importante, porque si esa protección dura mucho tiempo se convierte en una prisión. Llega un momento en que esa coraza tiene que desaparecer en forma natural para que pueda brotar la semilla de su propia vida.
El ego no permite enamorarse porque exige que el otro se rinda ante él pero él no se rendirá ante nadie; y el amor sólo es posible cuando la persona se rinde. Si el ego obliga al otro a rendirse se transforma en algo destructivo; y una vida sin amor será fría y racional y también aburrida. El amor es lo único que permite experimentar la conciencia meditativa, el profundo silencio y alcanzar la cumbre. Carl Gustav Jung decía que la persona que después de los cuarenta años no es capaz de enfrentarse a su dimensión espiritual, se enferma.
El ego ocasiona dificultades en la amistad, en el sexo, en el amor, en la sociedad, produce conflictos en todas partes; incluso con los padres, ya que es difícil que un hijo perdone a su padre y que una hija perdone a su madre. La persona que no ha logrado todavía sentirse cómodo con su padre y su madre, no puede ser apoyada, deberá ante todo resolver ese problema porque de lo contrario ese conflicto lo perseguirá hasta su muerte. Recién cuando resuelva el problema con los padres todos los demás conflictos desaparecerán, porque éstos se basan en el conflicto fundamental.
No existe ninguna técnica para enamorarse, simplemente se genera, pero a la mente no le gusta una situación en la que puede perder el control. En el amor no hay control posible, porque si se intenta controlar ya es una conducta egoísta.
“Aprender a amar”. Osho
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