sábado, 6 de mayo de 2017

El amor duradero empieza cuando el enamora-miento se rompe




¿Cuándo se deja de estar enamorado? ¿Cuándo se pasa de hablar de amor a hablar de enamora-miento? La clave para entender el amor duradero está en la transición y no en el cambio, de esta manera podemos entender cómo muchos amores sobreviven cuando se rompe la idealización y otros no.

Pensemos que no se acaba el enamora-miento y empieza el amor, sino que es un camino de uno a otro. El enamoramiento está plagado de idealización, no vemos al otro como es realmente, sino que proyectamos sobre la otra persona todas nuestras ilusiones y nuestros deseos, todo lo que queremos en el otro queda plasmado en esa pasión.
Cuando realmente comenzamos a ver al otro con sus fallos y sus defectos, cuando tenemos ese “choque” de realidad y aceptamos esas diferencias y llegamos a amarlas es cuando realmente podemos hablar de amor. Podremos entonces encontrar y entender el amor duradero si logramos ver la transición y el ajuste a las circunstancias a través del tiempo. No tiene por qué ser perfecto, tiene que ser real y responder a las exigencias de cada momento para que permanezca en el tiempo.

Teoría de Stenberg sobre el amor

Este autor nos habla del amor como un sentimiento que se asentaría sobre tres pilares básicos:
  • Intimidad: entendida como la cercanía entre dos personas, conociéndose y descubriéndose. Permitiéndose tener la confianza para desnudar sus almas.
  • Pasión: como sentimiento de deseo y activación fisiológica.
  • Compromiso: decisión que se toma entre los dos para permanecer unidos a través del tiempo.
El amor completo se daría entonces si se tienen los tres componentes en partes iguales, aunque existan etapas en las que intimidad, pasión o compromiso adquieran un mayor peso como “pegamento” de la pareja.
Para Stenberg el amor completo sería fácil de encontrar, pero difícil de mantener. Viendo ahora los tres pilares, en función de cuál de ellos sobresalga tendremos distintos tipos de amor. Por ejemplo:
  • Agrado: aquí estaría solo presente la intimidad. Habría cercanía y comprensión.
  • Enamoramiento: marcaría este sentimiento la pasión. Hay atracción física y sexual. Es muy rápido pero decrece también a gran velocidad.
  • Amor vacío: quedaría el compromiso. Se tomó una decisión de permanecer juntos y se sigue así por esa promesa.
  • Amor romántico: aquí encontraríamos la pasión y la intimidad. El compromiso quedaría fuera de este tipo de amor.
  • Amor de compañía: la intimidad y el compromiso marcan este modelo. Podría entenderse como una amistad comprometida para largo plazo.
  • Amor fatuo: entendido como la unión de la pasión y el compromiso pero sin intimidad. No se conocen en profundidad y es difícil que permanezcan en el tiempo.
Entendiendo estos tipos de amor podemos entender mucho mejor que este sentimiento sea dinámico y cambiante. Así, se puede ir pasando de un tipo a otro según vayan sucediendo las etapas o resalte alguno de los pilares básicos que antes identificábamos.

¿Es sano estar siempre enamorado?

Muchos describen la etapa de enamoramiento como una etapa delirante gracias a que en este periodo suele darse una distancia considerable entre lo que es y lo que percibimos. Idealizamos a la otra persona y nos cuesta un mundo ser objetivos, por ello esto no sería un amor real. Amar a alguien implica conocerlo completamente, saber qué nos gusta del otro y qué no e incluso así tomar la decisión de querer permanecer a su lado. 
Cuando nos enamoramos nuestro cerebro libera unas sustancias llamadas serotonina y dopamina. Su liberación nos genera un sentimiento de placer y felicidad y nos vuelve “adictos” a esa otra persona, ya que nos genera euforia y bienestar. Pero este torrente de emociones va disminuyendo con el tiempo y da paso a nuevas emociones más racionales y en algunos casos menos intensas. Nuestro cerebro estando enamorado se deja llevar por la pasión y felicidad del momento, casi como animales.
Cuando nuestro cerebro ama lo hace también con su parte racional, valorando y tomando decisiones y eligiendo a la otra persona desde un punto más maduro y más humano. Enamorémonos cada día, pero sobre todo aprendamos a amar cada segundo una vez que la inercia de la etapa de enamoramiento se ha roto. Así, el amor duradero implica determinados sacrificios que al principio se nos escapan y demanda un esfuerzo que al principio no nos costaba. Somos nosotros quienes tenemos que decidir si merece la pena o no.

-Adriana Diez-

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