La cultura occidental adora las proteínas.
Cree en la superioridad de las proteínas y cree en la superioridad de la proteína animal.
Todos tenemos en nuestro inconsciente el temor al hambre, a esas imágenes aterradoras de los campos de concentración durante las guerras o de los campos de refugiados en África.
Allí hay mucha gente con hambre, con desnutrición.
La desnutrición da pie a todo tipo de infecciones.
El organismo se encuentra indefenso.
Este cuadro que se ve en las zonas de hambruna se conoce como DPC (desnutrición proteico calórica).
Cuando vemos esas fotografías de niños desnutridos, de la gente que pasa hambre y que muere de hambre no podemos dejar de experimentar una profunda tristeza.
Y las organizaciones que luchan contra la desigualdad y la pobreza desde hace muchos años apelan a este tipo de imágenes para tocar nuestra sensibilidad e intentar movilizarnos para que ayudemos a aliviar esta situación tan dolorosa.
El miedo al hambre es tan intenso que todos tendemos a comer demás como si estuviéramos en una situación de hambruna.
Imaginamos y sentimos la carencia como si fuera una realidad, y en el momento en que la sentimos se convierte en nuestra realidad.
Porque la padecemos.
La sentimos en nuestro cuerpo como si fuera real.
Y lo primero que pensamos es de dónde voy a obtener las proteínas.....
Cuando hay falta de comida todos piensan en las proteínas.
Porque nos han educado a asociar desnutrición con falta de proteínas.
Por esa razón cuando uno le dice al médico que es vegetariano o que alimenta a sus niños con alimentos sin carne lo primero que se le viene a la mente es..."vamos a hacer estudios para descartar anemia u otro tipo de carencias".
Y así la civilización occidental se lanzó a la producción a escala planetaria de proteínas y más proteínas.
La producción de leche, queso, carne, pollo, pescado y embutidos creció en forma descontrolada durante los últimos 50 años.
El temor a la falta de proteínas ha sido tan hábilmente instalado en el inconsciente colectivo que ha cambiado toda la producción alimentaria que se ha volcado a la cría intensiva de animales.
Y los animales son explotados para salvar a los hombres.
Ellos son usados para mitigar el miedo a la desnutrición.
Y ahora la gente tiene problemas por exceso de proteínas.
El mito de la proteína está creando la gran epidemia de cáncer, enfermedades auto inmunes y enfermedades cardiovasculares por nombrar sólo algunas.
Tomamos una gran cantidad de proteínas que no necesitamos y así se acidifica la sangre.
Y la humanidad se ha contaminado con proteína animal.
Creando un ser humano con poca paciencia, ansioso, egoísta, despiadado y calculador.
Excesivamente yang.
Súper competitivo y agresivo.
Y esta pérdida de la calidad humana se ha construido en base al sufrimiento animal y de la explotación de la tierra de cultivo.
Entonces hemos llegado al extremo.
Cuando se llega al extremo, el péndulo comienza su migración hacia el polo opuesto.
Y en un futuro próximo la humanidad entera cambiará sus estilos de cocina y gastronomía a escala planetaria.
-Martín Macedo-
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