viernes, 15 de octubre de 2021

"Inmunología Natural" de Noboru Muramoto.

 Estoy transcribiendo una gran obra de medicina oriental; se titula "Inmunología Natural" de Noboru Muramoto.

Ya no se edita porque no es rentable.
Por esa razón he decidido transcribir todo su texto como hice con otras obras de Ohsawa.
Es un trabajo lento, letra por letra....pero me obligo a estudiar y profundizar...es como masticar a fondo estas obras maravillosas.
En 1988 Muramoto tenía 68 años y era un líder de la actividad macrobiótica.
En 1971 luego de la partida de Ohsawa en 1966 Muramoto fue nombrado Presidente del centro de actividades en Japón y cinco años después lo invitaron a dar unas charlas en California.
Los americanos quedaron fascinados con este maestro y fue tanto el entusiasmo que él mismo decidió radicarse en los EEUU a los 56 años.
En 1988 era el momento más dramático de la epidemia de sida.
Las cifras de nuevos casos aumentaban en el orden del 10% mensual y se estimaba que con esa tasa de crecimiento en unos 10 años iba a desaparecer una gran parte de la humanidad.
La ciencia médica estaba desconcertada; no sabía qué hacer y Muramoto sintió que tenía que hacer algo y escribió su libro que él esperaba que fuera leído por 100 millones de americanos según manifiesta en el primer capítulo para frenar el avance imparable del sida.
Pero no tuvo tanto éxito; es un gran libro pero ahora nadie lo compra en las librerías y por eso no se edita.
Al final se comprobó que el virus del sida nunca fue aislado o sea que nunca existió según el hombre que ganó el premio Nobel por descubrir el virus del sida.
Se vendieron millones de preservativos, se administraron millones de dosis del plan antiviral, se realizaron millones de test y murieron algunos miles de personas.
Algunos creen que murieron por la acción del virus pero otros creen que fue debido al efecto inmunodepresor de los fármacos antivirales.
Nuestras células no son tontas.
Son infinitamente más evolucionadas que los virus que son formas primitivas de vida.
Se nos dice que los virus entran a la célula y se dirigen a su núcleo donde toman el comando de su actividad genética y obligan a la célula a suspender todas sus tareas inteligentes para dedicarse a replicar miles de copias del virus intruso.
Es decir que los virus son ladrones.
Arremeten sobre su víctima y la usan para su propio beneficio y luego la destruyen.
Los virus son muy crueles.
La inteligencia infinita los hizo así.
Cuando un ladrón (yang) busca una víctima elige una débil y fácil de controlar (yin).
No le interesa atracar a una persona fuerte e intuitiva que en seguida percibe sus intenciones.
Yang repele Yang.
Los ladrones atacan siempre a las personas yin porque no ofrecen resistencia.
Lo mismo ocurre con nuestras poderosas células.
No van a permitir que ingrese cualquier intruso y la obligue a trabajar para su propio beneficio para al final sin dar las gracias proceder a su destrucción.
Sólo las células sin calidad aceptan semejante manipulación.
Los virus sólo atacan células yin, que han perdido su poder.
Pero la ciencia nos sugiere que atacan a cualquier célula porque no se distinguen las células yin de las células yang.
Sólo una célula muy deteriorada permite semejante utilización.
En realidad la inteligencia infinita se vale de los agentes infecciosos para que eliminen las células sin calidad.
Es un procedimiento normal en la naturaleza y una especie de control de calidad.
Cuando elegimos la mejor calidad de alimentos creamos la más alta calidad de células y los gérmenes no nos molestarán.
Sólo lo harán cuando olvidamos nuestro propósito y nos dedicamos a gratificar nuestros sentidos.
Es decir cuando nos yinnizamos demasiado rápido.
Y eso queda evidente cuando vemos a las personas hacer sus compras en el supermercado.

-Martín Macedo-

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